
A Santos González Jiménez, doctor en Matemáticas y catedrático de Álgebra, le salen las cuentas incluso en el fútbol. Porque cree que este deporte, tan sometido al azar, puede sistematizarse hasta el punto de conseguir el equipo invencible. La clave está en los números. Algo parecido a lo ocurrido con la computadora Deep Blue en el ajedrez. Pero mientras eso llega, en el horizonte del año 2050, este abulense (Vega de Santa María, 1 de noviembre de 1951) asentado física y emocionalmente en Oviedo (España), disfruta de los vaivenes del balón. Y lo hace tanto con lo próximo, con su «Uni», como con gigantes como el Inter de su amigo José Mourinho.Como cualquier niño de Pajares de Adaja, el pueblo de su padre, Santos creció pegándole patadas a un balón, en la plaza o en la era castellana. Claro que, como siempre, su fútbol fue «más teórico que práctico». Pronto ganó la partida el Santos espectador. En los años 60, del Madrid a secas, sin el añadido de apellidos ilustres «porque nunca he sido mitómano. He valorado a los futbolistas por más cosas, al margen de lo que hacían en el campo». Y a raíz de su carrera universitaria, del Real Zaragoza.
«De estudiante», rememora González, iba a ver los partidos de La Romareda desde la terraza de un amigo. Y cuando empecé a trabajar me hice socio». A partir de 1971, cuando sus padres se trasladan a Oviedo, empezó a ver con buenos ojos al equipo azul, al que también se abonó cuando ganó en 1991 la cátedra de la Universidad de Oviedo. Una institución que le ha marcado también en lo futbolístico: «El "Uni" es el equipo con el que vibro todos los domingos. Es un grupo ejemplar con un entrenador excepcional, Adolfo Pulgar». Santos González, acostumbrado a llegar al fondo de las cosas, concluye que «la gente no se identifica con nada como con un equipo de fútbol». Y pone como ejemplo reciente «la explosión de júbilo y de sentimiento ciudadano» que provocó el ascenso del Sporting a Primera División. El catedrático recurre incluso al esoterismo para explicar ciertos momentos inolvidables: «Aquel gol de Nayim, con el que el Zaragoza ganó la Recopa de 1995, fue un milagro de la virgen del Pilar, que llevó el balón desde 40 metros hasta la portería».
Asegura que su querencia futbolística no le ha causado ningún problema en el ámbito universitario. Y que no es ningún bicho raro entre los matemáticos. Así, cita a Marcus du Sautoy, el autor del libro «La música de los números primos», que ha aplicado sus conocimientos en beneficio de sus colores futbolísticos, como explica González; «Marcus es muy forofo del Recreativo McKenny, un equipo de regional. Decidió cambiar los 25 dorsales de los jugadores por los números primos que hay del 1 al 100. Y ascendieron. Puede ser una buena opción para el Oviedo».En esa línea, Santos González también habla de un estudio reciente de la Universidad Carlos III: «Están analizando el comportamiento irracional del fútbol y, sobre todo, de los futbolistas, a través de un programa informático. Con él pretenden crear un equipo invencible en el año 2050, o antes. Algo parecido a lo que ocurrió con «Deep Blue» y Kasparov en 1997».Mientras tanto, Santos González disfruta del fútbol imperfecto actual, propicio para la aparición de personajes como Mourinho, el entrenador del Inter, con el que ha estado recientemente en Milán: «Lo conocí a través de mi hermano Miguel cuando estaba como segundo entrenador del Barcelona. Aunque nadie lo diría es una persona sencilla, muy distinta a la imagen que da. En la intimidad es una persona entrañable».
También defiende con vehemencia, y admira, a futbolistas que son capaces de acabar una carrera universitaria mientras juegan al máximo nivel, como el asturiano Mata, del que sabe de primera mano que le siguen muy de cerca en Italia.
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