Conocer cómo funciona una fibra óptica, comprobar con sus propios ojos cuánta nicotina hay en un cigarrillo o indagar en las entrañas de una anchoa del Cantábrico son sólo algunas de las cosas que se pueden experimentar en la carpa instalada en El Arenal con motivo de la Semana de la Ciencia. Bajo el lema 'Prohibido no tocar', esta iniciativa, que se celebra a nivel europeo, pretende que el público se acerque, vea y palpe principios científicos que, a veces sin saberlo, usamos en nuestro día a día.
La carpa consta de 14 stands dedicados a diferentes disciplinas científicas y tecnológicas, en los que el público puede aprender física, química, matemáticas o biología de una forma amena y participativa. Además, ocho empresas comprometidas con la investigación han llevado a este recinto sus últimos avances. Entre las más concurridas, las dedicadas a las telecomunicaciones, la de bioquímica de la anchoa y, sorprendentemente, la de las matemáticas.
Detrás de los stands, investigadores, profesores de universidad y doctorandos que por unos días dejan el laboratorio para llevar su ciencia a pie de calle. En un ambiente informal, los estudiosos tienen la oportunidad de explicar de forma llana y sencilla lo que hacen, mientras la gente de a pie puede conocer algunos de los últimos avances científicos y tecnológicos de la mano de auténticos expertos. Aitor Bergara, físico, investigador y coordinador científico de la muestra, reconoce que es «una gran satisfacción para los investigadores ver el interés que se toman la gente y que los chavales contemplen la ciencia como una opción para su futuro».
El recinto está abierto a todos los públicos, aunque por la mañana recibe sobre todo visitas escolares. Unos 2000 alumnos y alumnas de bachillerato y de los últimos cursos de secundaria pasarán por esta Carpa de la Ciencia durante esta semana. Además, esta semana festiva incluye otras actividades, como una subida al Pagasarri vista con los ojos de un geólogo, visitas al Museo Arqueológico o un recorrido para descubrir los fósiles que hay en pleno centro de Bilbao.
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