
Estados Unidos tiene algunas de las Universidades más prestigiosas pero también más caras del mundo. Mucha gente no tiene ninguna posibilidad económica ni académica de llegar a ellas. Además, bastantes carreras se tuercen en institutos públicos (y algunos privados) de nivel desolador de los que se sale sin ninguna posibilidad de competir.
Hasta que a alguien se le ha ocurrido hacer un experimento sumamente original: ¿qué tal si un instituto se lo jugara todo no a la carta de la tecnología ni a tener la cancha de baloncesto muy grande, sino a la de tener simplemente los mejores profesores del mundo? ¿O los mejores posibles? Es lo que van a probar a partir del próximo mes de septiembre en el Equity Project de Manhattan, donde el director cobrará 90000 dólares al año, y los profesores 125000.
Hasta que a alguien se le ha ocurrido hacer un experimento sumamente original: ¿qué tal si un instituto se lo jugara todo no a la carta de la tecnología ni a tener la cancha de baloncesto muy grande, sino a la de tener simplemente los mejores profesores del mundo? ¿O los mejores posibles? Es lo que van a probar a partir del próximo mes de septiembre en el Equity Project de Manhattan, donde el director cobrará 90000 dólares al año, y los profesores 125000.
Eso es más o menos el doble de lo que suele cobrar un profesor de escuela pública en Nueva York y casi el triple de lo que cobra la media nacional, informa el diario «The New York Times». Los profesores y profesoras optarán incluso a bonus especiales en función de su rendimiento, como los ejecutivos de Wall Street (y con la ventaja de que su capacidad de arruinar a alguien es limitada). A cambio renuncian a parte de sus derechos para la jubilación y aceptan que se les pueda despedir en cualquier momento. No más mentalidad de funcionario en las aulas.
Las dos partes tienen que estar muy seguras para dar este paso. Hay profesores que entran en la aventura rozando los 60 años. Pero el padre de la idea y fundador del instituto, Zeke M. Vanderhoek, un graduado de Yale de 32 años, se siente inspirado e inspira a los demás a lo Martin Luther King. En pos de su sueño se pateó el país entrevistando candidatos y viéndolos en acción. Recibió 600 solicitudes de las que consideró 100 en detalle, seriamente y una por una.
De este modo, ha reclutado a un profesor de Educación Física que fue entrenador de Kobe Bryant; a un profesor de Música que introduce elementos de neurociencia en la clase; a una profesora de Matemáticas que galvaniza el aula al grito de «¡chicos, ahora viene la diversión porque yo adoooooro las matemáticas!».
Las dos partes tienen que estar muy seguras para dar este paso. Hay profesores que entran en la aventura rozando los 60 años. Pero el padre de la idea y fundador del instituto, Zeke M. Vanderhoek, un graduado de Yale de 32 años, se siente inspirado e inspira a los demás a lo Martin Luther King. En pos de su sueño se pateó el país entrevistando candidatos y viéndolos en acción. Recibió 600 solicitudes de las que consideró 100 en detalle, seriamente y una por una.
De este modo, ha reclutado a un profesor de Educación Física que fue entrenador de Kobe Bryant; a un profesor de Música que introduce elementos de neurociencia en la clase; a una profesora de Matemáticas que galvaniza el aula al grito de «¡chicos, ahora viene la diversión porque yo adoooooro las matemáticas!».
Para la selección se han tenido en cuenta la dedicación y la capacidad de transmitir y mantener entusiasmo. Aunque se suele pensar que los profesores tienen «muchas vacaciones», los que de verdad se toman su trabajo en serio nunca disponen de bastantes horas para volcarse todo lo que quieren en sus alumnos y alumnas. Entre los requisitos, también se ha medido la habilidad para conectar con ellos y a la vez mantenerlos bajo control. La escuela va a estar en Washington Heights, en lo que se conoce como el Harlem hispano. Su alumnado, seleccionado la pasada primavera por sorteo, saldrá de familias hispanas pobres, con preferencia para aquellos que necesitan mejorar su rendimiento académico.
La idea principal es darles un chute de alegría por el estudio, y de ambición y competitividad sana como la que, en general, suele vivirse en institutos más boyantes.
Los 28 profesores que han pasado la exigente criba no parecen molestos por el proceso sino todo lo contrario, se declaran contentos. La mayoría se quejaban de que hacía años que nadie prestaba atención a su trabajo, que no anda lo que se dice sobrado de consideración social.
Los 28 profesores que han pasado la exigente criba no parecen molestos por el proceso sino todo lo contrario, se declaran contentos. La mayoría se quejaban de que hacía años que nadie prestaba atención a su trabajo, que no anda lo que se dice sobrado de consideración social.
Hace poco se suscitó incluso cierta polémica cuando la asesora financiera televisiva Suze Orman hizo un comentario involuntariamente despectivo sobre los profesores. Dijo que era imposible que hicieran bien su trabajo estando tan mal pagados. Esta opinión levantó una tormenta de protestas pero nadie pudo negar el punto de razón que asistía a Orman: ni la gente ni la sociedad toman muy en serio aquello por lo que no pagan. O no pagan lo suficiente.
Eso es lo que van a tratar de cambiar en el Equity Project, cuyo sugestivo y hasta provocador nombre guarda ecos del mítico «Manhattan Project» con el que se construyó la primera bomba atómica. Si la escuela funciona y tiene éxito, el resultado social puede ser explosivo.
Eso es lo que van a tratar de cambiar en el Equity Project, cuyo sugestivo y hasta provocador nombre guarda ecos del mítico «Manhattan Project» con el que se construyó la primera bomba atómica. Si la escuela funciona y tiene éxito, el resultado social puede ser explosivo.
1 comentario:
La idea de pagar carísimo el Kilo de maestro no es nueva. La aplican todas las universidades de lujo. Pero allí se hace de otra manera. No se compra tanto la calidad como el prestigio. «No es extraño que dejen marchar a un profesor brillante, que esté harto de que no le promocionen, y cuando este profesor triunfa en otro centro, entonces lo vuelven a fichar, eso sí, a precio de estrella del fútbol», comenta un miembro de la Universidad de Columbia.
Semejante política da lugar a que la docencia sea la última de las prioridades del profesor, que en ocasiones presta mucha más atención a su propia producción académica que a la formación de sus estudiantes. Pero es que se le incentiva y reconoce por lo primero, no por lo segundo. En el instituto no tiene sentido tirar de superestrellas de la literatura, la música o la historia, con lo cual se buscan soles en la sombra, cuyo mayor mérito es la pasión por el alumno. Eso es precisamente lo que en Equity Project van a tratar de prestigiar.
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