El matemático ruso Grigori Perelman explicó a los periodistas británicos por qué no quiere recibir el premio de millón de dólares que le adjudicó el Instituto Clay de EEUU por haber resuelto la llamada Conjetura de Poincaré, escribió hoy la prensa.
Perelman no invitó a entrar en su apartamento a los reporteros. Al estar detrás de la puerta cerrada, les explicó que lo tiene todo y no necesita dinero.
Grigori, de 44 años, vive con su madre en un apartamento diminuto ubicado en un barrio periférico de San Petersburgo, en la más pura miseria, según sus vecinos.
A finales de 2005, el científico abandonó por su propia voluntad el Instituto de Matemáticas Steklov donde trabajó, y desde entonces se gana la vida dando clases particulares. Otra fuente de los ingresos de la familia es la mísera pensión que recibe la madre.
El Premio del Milenio instituido por la Fundación Clay es el segundo galardón a la resolución de la Conjetura de Poincaré que rechaza Perelman. La demostración de esa hipótesis llevó más de 100 años a los matemáticos del mundo.
Perelman publicó la suya en 2002. Al cabo de cuatro años, el Congreso Internacional de Matemáticas de Madrid le adjudicó el Premio Fields (equivalente al Premio Nobel de las Matemáticas), dotado de una medalla y 10 mil dólares. En aquella ocasión Perelman no quiso ni recibir la medalla, dijo que no le interesaba el dinero y que no quería que lo miraran como a un animal en el zoológico.
La Conjetura de Poincaré es uno de los siete enigmas por cuya resolución el Instituto Clay adjudica el Premio del Milenio. La lista de dichos enigmas fue aprobada en 2000. La hipótesis que demostró Perelman fue formulada por el célebre matemático francés Henri Poincaré en 1904.
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Tiene una mente brillante. Y una inteligencia matemática arrolladora. Nació el 13 de junio de 1966 en Leningrado (la actual San Petersburgo) en el seno de una familia judía y en 2006 fue capaz de dar respuesta a uno de los siete enigmas del Milenio. En concreto, resolvió la llamada Conjetura de Poincaré. Por su solución y por «sus contribuciones a la geometría y sus ideas revolucionarias en la estructura analítica y geométrica del flujo de Ricci» le fue concedida la medalla Fields.
Pero no acudió a recoger el galardón, sembrando la confusión entre los asistentes al XXV Congreso Internacional de Matemáticos que se desarrollaba aquel año en Madrid. El Rey Juan Carlos iba a ser el encargado de entregárselo.
La pasada semana, la Fundación Clay, con sede en París, decidió dar validez absoluta a los postulados de Perelman y otorgarle, por tanto, el Premio del Milenio, dotado con un millón de dólares (739.000 euros). James Carlson, presidente del comité de expertos que le ha concedido el honor -y entre los que se encuentra Andrew Wiles, que demostró el último Teorema de Fermat- ha asegurado que «la resolución de la Conjetura de Poincaré por Grigory Perelman cierra un siglo de investigaciones. Es uno de los mayores logros en la historia de las matemáticas».
La demostración de la Conjetura de Poincaré (hablamos de Matemáticas muy complejas, así que dejemos la cuestión de momento) forma parte de los llamados siete problemas del Milenio lanzados por la Fundación Clay en 2000 para conmemorar los famosos 23 problemas enunciados por David Hilbert en el año 1900 en el Congreso Internacional de Matemáticos de París.
Ayer ya se escucharon algunas voces críticas con esta decisión. No por su pertinencia, algo de lo que ningún matemático en su sano juicio duda (y, si me apuran, cualquier mortal que haya tropezado con las integrales alguna vez en su vida), sino por la tardanza en reconocer y premiar el valor de las reflexiones del ruso. Lo bueno es que 'Grisha' Perelman, contra lo que se estila en la comunidad científica, se pasó seis años encerrado en su apartamento para resolver el dilema, no tiene cátedra universitaria por propia voluntad y no ha publicado su demostración en ninguna revista especializada.
Perelman no es un matemático como los demás. En su caso, se limitó a enviar por Internet algunas notas bosquejadas en un papel. En concreto, en noviembre de 2002, mandó a un 'site' de la Universidad de Cornell algunas indicaciones en las que dejaba entrever que la Conjetura de Poincaré había dejado de ser un problema. Luego, como es un tipo que prefiere los bosques rusos a los círculos científicos, desapareció y dejó a los demás que hiciesen cábalas al respecto.
Dio algunas pistas, eso sí, (apoyado en antiguos trabajos de Robert Ricci y en algunos más recientes de Richard Hamilton). Pero no hizo una demostración precisa. Sin embargo, fue un bombazo.
Sin tiempo para detalles
En 2003, Perelman escribió dos nuevos post donde afirmaba, sin género de dudas, que poseía la solución (aunque tampoco la dio completa). «Sus artículos son difíciles de leer», sostiene un científico en un foro especializado en la Red. «Pertenece a esa categoría de grandes matemáticos que no tienen tiempo para detenerse en los detalles».
Tanto pasa de los detalles que ni siquiera ha pedido el millón de dólares del premio que le corresponde. También ha rechazado las ofertas de las mejores universidades americanas (Princeton, Stanford) y se negó a recibir, en 1996, el Premio al Joven Matemático de la Sociedad Matemática Europea.
Perelman dio pronto de qué hablar. En 1982 formó parte de la selección de la Unión Soviética que compitió en la Olimpiada Internacional de Matemáticas para estudiantes de bachillerato. Ganó una medalla de oro con la máxima puntuación. En esa misma época rompió todos los baremos de inteligencia matemática de Mensa, una organización que trata con personas de coeficiente intelectual elevado.
Julián Méndez, en www.eldiariomontanes.es
Pero es que esta vez el premio no sólo confiere prestigio. Un millón de dólares es la recompensa que el Clay considera adecuada para tanto trabajo. Y, de nuevo, Perelman prefiere seguir viviendo en el anonimato.
Sus vecinos lo describen como alguien huraño, que siempre camina cabizbajo y con una dudosa higiene personal. Se gana la vida dando clases particulares y responde a través de la puerta de su casa que tiene "todo lo que quiere".
Al excéntrico matemático no le interesa el dinero, pero ya han surgido a su alrededor quienes sí lo quieren. No son pocas las ONG que imploran que acepte el premio y lo done a obras de caridad. "Aún no he tomado una decisión. Si decido algo, "el primero en saberlo será el instituto Clay", es toda la respuesta que ofrece.
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