
Mieres y Langreo acogieron el XIV Congreso español sobre inteligencia artificial, un novedoso campo de investigación científica que revolucionará la cibernética.
En la película «Inteligencia Artificial», basada en un relato de Brian W. Aldiss y dirigida por Steven Spielberg, una máquina, el androide David, era programado para amar. A lo largo del filme se veía cómo iba adoptando comportamientos cada vez más humanos, hasta que finalmente no existía ninguna diferencia entre él y un niño normal. Lograr este comportamiento humano en una máquina sería el culmen de la lógica difusa, cuyo XIV Congreso español se celebró a lo largo de esta semana pasada en Langreo y Mieres. El presidente de honor del congreso e investigador emérito del European Centre for Soft Computing, radicado en Mieres y liderado por el prestigioso investigador Lofty Zadeh, Enric Trillas, explica que la lógica difusa es «traducir las imprecisiones del lenguaje humano a lenguaje matemático», el único que entiende las máquinas. O, dicho de otra forma, transformar el lenguaje de las personas en órdenes precisas para los aparatos que manejamos. Dicho de esta forma puede parecer fácil.
Pero las matemáticas son precisas, y para desarrollar cualquier tipo de orden, es necesario desarrollar fórmulas exactas. Por mucho que creamos que los GPS o los ordenadores reconocen nuestra voz, realmente lo único que entienden son los números con los que el reconocedor de voz encripta nuestras palabras. En definitiva, esta ciencia, casi completamente desconocida, ayuda a mejorar la denominada inteligencia artificial y cibernética de los artilugios que nos son necesarios en el trabajo o en casa.
La también denominada «lógica fuzzy» se aplica a aquellos procesos industriales o informáticos cuya resolución va más allá de una respuesta cerrada: sí o no. Cada vez son más los sectores que empiezan a interesarse en los avances de esta ciencia porque permite prácticamente personalizar la respuesta de las máquinas a las órdenes que se les encomiendan. Algunos ejemplos de ello son los sistemas de control de acondicionadores de aire; sistemas de foco automático en cámaras fotográficas; electrodomésticos; optimización de sistemas de control industriales; sistemas de reconocimiento de escritura; mejora en la eficiencia del uso de combustible en motores; sistemas expertos del conocimiento; bases de datos y, en general, muchos programas informáticos. Otras aplicaciones que se están estudiando son la de pilotos automáticos reales para transportes públicos. «Se ha logrado hacer volar con éxito un helicóptero a distancia. No manejándolo con mandos, sino simplemente con órdenes verbales, siempre más imprecisas», indica Enric Trillas. En el futuro, podrían conducirse autobuses o pilotarse aviones sin la necesidad de estar en ellos. «Queremos imitar el razonamiento humano a la programación de computadoras y máquinas», explica el investigador. Pero esto no siempre es fácil.
Sólo los títulos de algunas partes de las mesas de trabajo del congreso superan a cualquier profano en la materia: «Aplicación de un algoritmo de extracción de reglas difusas para minería de uso web», «Modelos lógicos de representación de reglas de asociación difusas mediante niveles de restricción» o «Metodología para la regulación adaptativa de intersecciones viales mediante prototipos deformables borrosos».
«La lógica difusa puede parecer complicada, pero tiene muchas utilidades prácticas», apunta Trillas. España es la cuarta potencia mundial en producción de avances para esta ciencia. El número uno es Japón, donde hasta los sistemas de potabilización de agua hace años que basan sus controles en ella. El European Centre for Soft Computing del campus de Mieres ha contribuido «muchísimo» a reafirmar esta posición privilegiada a nivel mundial. «No somos una prioridad dentro de los programas de investigación en el país», apunta Enric Trillas, pese a lo cual «obtenemos muy buenos resultados».
Poner en común muchos de estos conocimientos fue el objetivo del congreso, en el que se dieron cita 130 investigadores llegados desde una veintena de universidades. El centro de soft computing de Mieres recibió para iniciar su andadura 13,2 millones de euros que le permitieron potenciar nuevas investigaciones y contratar a su personal de entre los mejores profesionales de la Unión Europea. De esta cantidad, Cajastur aportó 6 millones, otros 6 vinieron de los fondos mineros y 1,2 del Gobierno del Principado de Asturias. El centro recibirá una nueva inyección económica en cuanto se aprueben los proyectos de fondos mineros de las anualidades 2006, 2007 y 2008. En total, la Fundación que gestiona el centro será la destinataria de otros tres millones de euros. ¿Quién sabe si no vivirá en Mieres el primer robot casi humano?
En la foto superior aparece el investigador Lofty Zadeh.
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