domingo, 26 de octubre de 2008

José María Barja: "Los matemáticos tenemos fama de raros"


Una conversación con José María Barja (Mondoñedo, 1951) es un continuo exordio. Cada tema puede derivar en cualquier otro pero, como todos los caminos llevan a Roma, en el caso del rector de la Universidad coruñesa acaban en el álgebra, de cuya asignatura es catedrático.

- Mondoñedo, como Cunqueiro.
- Sí, nací allí. Mi tío Alejo Barja fue alcalde durante muchos años y Cunqueiro era compañero de clase de mi padre. Fueron juntos a la Universidad de Santiago. Cunqueiro... y mi padre terminó la carrera, se hizo juez y después nos trasladamos a Pontedeume.
-En Pontedeume creció, como el poeta Ramiro Fonte.
- Él era menor que yo y seis años de diferencia en un niño es un mundo. Leí sus Memorias de infancia y reconozco lugares, referencias y personas, pero no son las mismas vivencias, aunque también fui alumno del Luis Vives.
- Y después se fue a la Universidad de Santiago, de la que nunca se despegaría del todo.
- Cuando mi padre se fue de juez a Padrón los tres hermanos tuvimos la oportunidad de ir a estudiar a Santiago. Mis hermanos continúan allí dando clase. Los tres salimos de ciencias: dos matemáticos y un microbiólogo.
- ¿Cómo eligió el álgebra?
- Me gustó siempre. Se considera la parte más abstracta de las matemáticas pero a mí me atrajeron siempre los ordenadores. En la Universidad de Santiago, en los setenta, fui de los primeros en utilizar ordenador, un IBM 1139 que ahora está en una exposición. Es una especie de mesa camilla inmensa que equivale a un ordenador de bolsillo de hoy. Es el origen del Centro de Cálculo y del Centro de Supercomputación de Galicia. Fuimos los pioneros de la supercomputación. McLain bromeaba diciendo que el álgebra es "el abstracto sin sentido". Se puede bromear, desde luego, pero la ciencia básica, incluso la abstracta, tiene aplicaciones prácticas, por eso hay que potenciarla. Es preocupante que cada vez haya menos estudiantes de ciencias. Los de matemáticas tenemos fama de raros pero hay que insistir en que no sólo sirven para la enseñanza, muchos están en la industria y en la empresa.
-¿Vive para la universidad?
- Siempre estuve ligado a la universidad. Estuve en las tres universidades gallegas. A la da Vigo fui cuando se ponía en marcha Ingeniería Industrial a explicar Álgebra. No entendían que tuviese relación con Industriales y yo lo aplicaba al código de barras.
- Ya salió, ¿los lee todos?
- No exageremos, yo no me sé los códigos de barras. Me pican los retos y acabé haciéndolos porque es una cuestión de álgebra. Gracias a ellos avanzó la tecnología.
-¿Les queda poca vigencia?
- El paso siguiente es el RFID, la lectura por radiofrecuencia. La puerta emite una señal y la etiqueta contesta. Yo había apostado por que en tres años estaría funcionando, pero ahora con la crisis... El problema es que pueden leerte la etiqueta en cualquier otro sitio. Estos medios permiten también usos perversos, un chip puede contener mucha información personal y cualquiera puede acceder a ella.
- ¿Como en la ciencia ficción?
- No es ciencia ficción, la ciencia avanza enormemente y no sabemos hasta qué punto coincide con la realidad. Ciberespacio es una palabra inventada por un escritor de ciencia ficción y hoy la usamos todos. O interfaz.
- Decía que estaba volcado en la universidad...
- Ya ve como derivo, pero esto también es la universidad.
- ¿Tan volcado en ella que ni tuvo tiempo para casarse?
- No toda la culpa es de la universidad, alguna tengo yo. La vida, que me llevó por ahí.
- ¿Y las mujeres?
- No tengo problema en hablar de mujeres, pero la universidad ocupa. No sabía hasta qué punto absorbe el cargo de rector.
- ¿No acouga en A Coruña?
- Acougo, estoy desde 1990.
- Pero todos los fines de semana se escapa a Santiago.
- Casi siempre. Allí está mi familia, mis hermanos, mis sobrinos. No es por escapar de aquí.
- ¿Siempre en Castromil?
- Es cómodo y funciona bien. No tengo coche y no me divierte conducir. De máquinas, solo los ordenadores.
- ¿En qué guerras universitaria anduvo?, ¿militaba?
- No tuve una militancia específica pero me relacionaba con la gente más activa. No quería escurrir el bulto pero tampoco tenía vocación política. Ni eludí mis compromisos políticos ni presumo de pedigrí. Alfredo Suárez Canal estaba en mi clase en Matemáticas. Y Areces se examinó conmigo de las últimas asignaturas que le quedaban de la carrera al salir de la cárcel de Carabanchel. Luego Areces se dedicó a la docencia y dio clases en Pontedeume, en el Luis Vives ya convertido en instituto. Pasamos por los mismos sitios en distintos momentos.
- Es un lector voraz, ¿qué tiene entre manos?
- El otro día encontré unos libros de Sherlock Holmes que para alguien que le gusta la lógica están muy bien. Yo explico Lógica en Informática y las implicaciones de la lógica en Sherlock Holmes son divertidas. Hay un libro de Francisco Casanova, Lo que se ve de los vampiros, que ganó el último Premio Nadal, y ya tengo las citas. Esta, por ejemplo: ´¡El tiempo de la vida es corto, pero sería demasiado largo si lo gastamos cobardemente!´. Es Shakespeare. El Cervantes tiene un buscador muy bueno y si buscas algebrista, que es el que se dedica a arreglar los huesos, te dice dónde aparece en El Quijote. Es una palabra árabe que llega al castellano a través del latín y en sentido matemático vino 200 años después. Pardo Bazán también cita al ´algebrista de Toén´ en Madre Naturareza.

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