Hecha la ley, hecha la trampa. Antes de que entre en vigor el dispositivo legislativo contra las descargas ilegales, los piratas ya ofrecen en la red las estratagemas para burlar el texto aprobado esta semana de manera definitiva por el Parlamento francés. El texto deberá superar además la criba del Consejo Constitucional, ante el que ha sido sometido por los diputados de la oposición socialista. Sin olvidar la reciente enmienda del Parlamento europeo contra los cortes de Internet sin previa decisión judicial, defensores de los derechos de autor, instaura el principio de la respuesta gradual.
Al tercer aviso, el toro al corral. Se cierra el grifo tras tres advertencias sin efecto. Para ello será necesario detectar la dirección IP correspondiente a un ordenador utilizado en un momento dado para descargar un archivo con una obra protegida por el derecho de autor.
El titular del abono a Internet ligado a esa dirección recibirá una primera amonestación mediante correo electrónico. Si la dirección vuelve a ser usada para tales menesteres, llega la luz ámbar por correo certificado con acuse de recibo.
El semáforo se pone en rojo a la tercera reincidencia. Penalti y expulsión. El acceso a Internet es cortado durante un período que oscilará entre un mes y un año en función de criterios que están por definir. Pero habrá que seguir pagando el abono al servidor.
Como no se deroga la legislación anterior, el pirata se expone a una triple sanción: penal (hasta tres años de prisión y 300000 euros de multa), administrativa (corte de suministro) y financiera (pagar durante la suspensión). Eso sí, no se podrán cortar los servicios de telefonía o televisión ADSL acoplados en las multi-ofertas.
La crema del pirateo: La clave del mecanismo represor estriba en identificar la dirección IP. Por ello los tramposos se han lanzado a idear métodos para enmascarar, disimular o cambiar esa secuencia de cuatro números que constituye la matrícula Internet de cada usuario.
Dos jóvenes de Niza acaban de fundar la página peer2me en la que ofrecen las claves para crear una red privada de descargas. En cuanto un internauta se conecta, se cambia automáticamente su IP que se vuelve totalmente confidencial.
Piratebay, la crema del pirateo en línea, brinda un par de trampas. La primera permite encriptar los archivos antes de bajárselos previo pago de cinco euros. La otra solución consiste en aprovechar las redes VPN, esos circuitos virtuales concebidos para controlar a distancia un ordenador desde otro. Así se pueden realizar descargas al amparo de la dirección de una terminal situada en Brasil, Rusia o cualquier otro paraíso cibernético.
Destinada a combatir el 'peer to peer', la ley llega tarde para contrarrestar nuevas tecnologías en boga sin trampa ni cartón. Es el caso del 'streaming', escucha legal, gratuita e instantánea de música en línea desde sitios como Deezer o Freezer. El creador de este último, un estudiante francés de Matemáticas Superiores que sólo tiene 18 años, confiesa que la visitas a su página se han duplicado desde que comenzaron los debates parlamentarios.
Al tercer aviso, el toro al corral. Se cierra el grifo tras tres advertencias sin efecto. Para ello será necesario detectar la dirección IP correspondiente a un ordenador utilizado en un momento dado para descargar un archivo con una obra protegida por el derecho de autor.
El titular del abono a Internet ligado a esa dirección recibirá una primera amonestación mediante correo electrónico. Si la dirección vuelve a ser usada para tales menesteres, llega la luz ámbar por correo certificado con acuse de recibo.
El semáforo se pone en rojo a la tercera reincidencia. Penalti y expulsión. El acceso a Internet es cortado durante un período que oscilará entre un mes y un año en función de criterios que están por definir. Pero habrá que seguir pagando el abono al servidor.
Como no se deroga la legislación anterior, el pirata se expone a una triple sanción: penal (hasta tres años de prisión y 300000 euros de multa), administrativa (corte de suministro) y financiera (pagar durante la suspensión). Eso sí, no se podrán cortar los servicios de telefonía o televisión ADSL acoplados en las multi-ofertas.
La crema del pirateo: La clave del mecanismo represor estriba en identificar la dirección IP. Por ello los tramposos se han lanzado a idear métodos para enmascarar, disimular o cambiar esa secuencia de cuatro números que constituye la matrícula Internet de cada usuario.
Dos jóvenes de Niza acaban de fundar la página peer2me en la que ofrecen las claves para crear una red privada de descargas. En cuanto un internauta se conecta, se cambia automáticamente su IP que se vuelve totalmente confidencial.
Piratebay, la crema del pirateo en línea, brinda un par de trampas. La primera permite encriptar los archivos antes de bajárselos previo pago de cinco euros. La otra solución consiste en aprovechar las redes VPN, esos circuitos virtuales concebidos para controlar a distancia un ordenador desde otro. Así se pueden realizar descargas al amparo de la dirección de una terminal situada en Brasil, Rusia o cualquier otro paraíso cibernético.
Destinada a combatir el 'peer to peer', la ley llega tarde para contrarrestar nuevas tecnologías en boga sin trampa ni cartón. Es el caso del 'streaming', escucha legal, gratuita e instantánea de música en línea desde sitios como Deezer o Freezer. El creador de este último, un estudiante francés de Matemáticas Superiores que sólo tiene 18 años, confiesa que la visitas a su página se han duplicado desde que comenzaron los debates parlamentarios.
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