Los alumnos evaluados han seguido un currículo, anterior al de la LOE y la LEA, estructurado en contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales y en cuya enseñanza se han priorizado los contenidos conceptuales y procedimentales que son los que incidían prioritariamente en el aprobado o la superación del área. Las pruebas de diagnóstico, basadas en el nuevo currículo, evalúan las competencias básicas y el desarrollo de las destrezas personales de los alumnos y alumnas, adquiridas a través de las áreas de enseñanza, cuyos contenidos se convierten en un medio para que los alumnos desarrollen sus destrezas de expresión personal y de resolución de problemas, pues la enseñanza se orienta al desarrollo de habilidades y destrezas.
Los resultados de estas pruebas ponen de manifiesto que los aprendizajes de los contenidos procedimentales de Lengua y Matemáticas del currículo que han seguido los alumnos evaluados no son suficientes para la adquisición de las destrezas y competencias básicas que les exige el nuevo currículo. Los resultados muestran el desfase en el aprendizaje de dos currículos con objetivos diferentes, uno basado en objetivos y contenidos de área y otro basado en objetivos de competencias de desarrollo personal, por lo que los resultados no son homologables y no pueden ser considerados como fracaso de los alumnos. Los contenidos procedimentales adquiridos por los alumnos no son equiparables a las competencias del nuevo currículo, y tal vez, los responsables de la evaluación se han precipitado al realizarla, dado que el currículo basado en competencias se ha iniciado durante este curso y los alumnos evaluados no lo han seguido. Habría que posponer las pruebas de diagnóstico hasta la implantación completa del nuevo currículo o realizar la evaluación en niveles o cursos que lo hayan seguido durante un periodo de tiempo significativo.
Los resultados ponen de manifiesto que las acciones de la política educativa encaminadas a una "escolarización de calidad" tales como: aula matinal, comedores escolares, ordenadores y aulas de nuevas tecnologías, becas para aprobados, ampliaciones de plantilla, gratuidad de libros de texto, etc., que son recursos materiales y personales muy loables para facilitar la igualdad de acceso a la educación, el principio de equidad y las "escolarización" de 3 a 16 años, no tienen incidencia directa en el logro de los objetivos curriculares y educativos, en el desarrollo de madurez personal de los alumnos y en la calidad de la enseñanza y el aprendizaje. El nuevo currículo basado en el aprendizaje de las competencias básicas exige además de escolarización plena, ya alcanzada, un política educativa orientada a la "calidad de la enseñanza" que prime y priorice eficazmente la renovación eficiente de las formas de enseñar y aprender, la reducción legal del número de alumnos por aula, el perfeccionamiento docente en técnicas didácticas, de acción tutorial, de gestión del grupo de alumnos y alumnas, de relaciones sociales con las familias, etc. variables de la enseñanza y el aprendizaje que hacen posible la reducción de los índices de fracaso escolar. La política educativa debe orientarse a mantener el nivel de escolarización alcanzado y priorizar los medios y los recursos para la eficiencia en la enseñanza, el aprendizaje y la educación que la sociedad del conocimiento exige, aunque estas medidas no tengan tanta trascendencia mediática.
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