domingo, 25 de octubre de 2009

Mediadores escolares: Resolviendo conflictos entre iguales, en Lugo (España)



Llegaron a lanzarme una silla en clase’, asegura José Luís Fernández, que acto seguido matiza. ‘Eran otros tiempos. Ahora el instituto es un ejemplo de convivencia pacífica entre alumnos y respecto hacia los profesores’. Este profesor de Matemáticas del IES Leiras Pulpeiro ha visto como este centro de Lugo se ha transformado en los últimos años gracias a la implantación de un programa de mediación. ‘Llegué al instituto en el año 2000 y la situación en algunos momentos era difícil de controlar porque surgían los conflictos a todas horas y en cualquier lugar del centro. La puesta en marcha del programa de mediación coincidió con mi marcha temporal y cuando, tras ese paréntesis, volví en el año 2007 me encontré con una situación totalmente diferente y unos alumnos muy distintos’.
El cambio para José Luis fue radical, pero los que lo vivieron día a día también apreciaron como se enderezaba la línea educativa del centro. El principal impulsor de lo que en aquellos años era un programa de convivencia pionero es el orientador Manuel Blanco. "La clave está en implicar a todas las partes: responsables educativos, profesores y, por supuesto, a las alumnos y a los alumnos. Hay que hacerles entender que no pueden mirar para otro lado cuando surge un conflicto entre compañeros, no pueden ser meros espectadores de una pelea o un intercambio de insultos".
Aunque no siempre es sencillo llevarlo a la práctica, el protocolo de actuación que hay que aplicar en caso de conflicto es sencillo: el mediador mantiene un primer contacto con los alumnos enfrentados y escucha por separado las versiones de los hechos, los cita para un careo, y conduce la conversación hacia un punto de encuentro en el que surja una solución pacífica.

Los roces son habituales y los motivos muy variados: insultos, empujones, discusiones por una jugada en el partido de fútbol, enfrentamientos por una chica, líos amorosos o celos’, explica Raquel, ex-alumna del IES Leiras Pulpeiro que actuó como mediadora durante varios cursos. ‘Ahora, que estudio en la Universidad, veo que muchos de esos problemas eran cuestiones menores, pero en aquel momento podían derivar en conflictos importantes’. Los mediadores no se limitan a pacificar. Son piezas clave para la integración de alumnos nuevos y para tender puentes entre estudiantes inmigrantes que tienen dificultades para conectar con sus compañeros. ‘Nos comprometemos a ser piezas activas para hacer más fácil la convivencia entre todos los que compartimos pupitre y espacios de ocio’.
El diálogo es clave para la convivencia, pero no es la única fórmula. Orientadores y alumnos aprovechan todas las posibilidades y exploran nuevos formatos para llegar al mayor número de estudiantes. A finales del curso rodaron un anuncio publicitario y un cortometraje en el que se denunciaban situaciones de bullying y acoso escolar. Es la historia de una alumna que se suicida, harta de sufrir malos tratos por parte de sus compañeros. La muerte no es el final, sino el inicio de una cadena de entrevistas a los compañeros de la víctima, profesores y padres para intentar depurar los diferentes grados de responsabilidad y demostrar que los culpables no son sólo los acosadores.
Contamos con la colaboración de alumnos del Aula de Teatro del instituto y de profesores de la Escola de Imaxe de la Fundación TIC’, explica Manuel Blanco. ‘Además de ocuparse de la interpretación, los alumnos protagonistas del corto participaron en la definición del perfil de sus personajes. La implicación fue máxima y eso se nota en el resultado final; el cortometraje llega al espectador y consigue trasladar de manera clara la realidad de un problema con el que nos encontramos desgraciadamente en muchas aulas’, concluye.
La mediación es, y tiene que ser, personalizada. Cada roce es diferente y el arbitraje debe adaptarse a las circunstancias porque cada alumno o alumna que entra en conflicto tiene sus particularidades. Orientadores y educadores desmontan tópicos y huyen de estereotipos sobre el drama del acoso escolar, pero el perfil de víctima y agresor está dibujado desde hace años: personas indefensas, tímidas y con pocos recursos emocionales sufren el acoso de compañeros caprichosos, violentos y acostumbrados a conseguir lo que se proponen.
La convivencia pacífica no se consigue de la noche a la mañana, es el resultado de un trabajo continuado y conjunto. Es necesaria la implicación y participación de todos los miembros de la comunidad escolar: alumnos, profesores, padres y personal administrativo’, explica Manuel Blanco, orientador del IES Leiras Pulpeiro y coordinador del primer encuentro de alumnos mediadores que el pasado fin de semana reunió en Lugo a representantes de once centros educativos de Galicia y uno de Castilla León.
La cita, convocada con el objetivo de mejorar la formación de los estudiantes que ejercen estas tareas de arbitraje, incluía sesiones de juegos cooperativos, talleres sobre códigos de conducta y conferencias de expertos en desarrollo personal y ayuda entre iguales.
Lo más importante es que hemos podido intercambiar experiencias con alumnos de otros centros que también aplican programas de mediación’, explica María, estudiante de 2º de ESO. ‘Renunciamos a nuestro tiempo libre o a actividades extraescolares para aprender a reaccionar ante un conflicto’, apunta su compañera Ana. ‘Conocer estudiantes que también median en sus institutos es siempre algo positivo y enriquecedor’. Tolerancia, comprensión y convivencia son valores amenazados por pequeños gestos, malentendidos, rumores o discusiones sin fundamento. La rutina escolar alimenta una espiral de violencia, física y psicológica, en la que resulta complicado introducir espacios de reflexión y diálogo. ‘Es importante implicar los alumnos en la resolución de conflictos, sin necesidad de que intervenga el profesor porque está demostrado que las disputas se solucionan mejor entre compañeros’, apunta Blanco. 

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