Una de las maneras en las que un científico puede conseguir reconocimiento global es ganándose un premio Nobel. Pero hay otro galardón muy prestigioso, y mucho más divertido: el Ig Nobel.
¿De qué otra manera se pueden resaltar investigaciones sobre exploración anal digital, el uso de una montaña rusa como tratamiento para el asma o la mejor manera de hacer una taza de té?
Los Ig Nobel cumplen este año dos décadas de vida. La BBC habló con Marc Abrahams, quien tiene un título en Matemáticas Aplicadas de la Universidad de Harvard, es el fundador de los tan ilustres galardones.
En http://www.bbc.co.uk le hacen una entrevista que, por su interes, en el Noticiario Matemático publicamos:
¿Cuál exactamente el criterio para ganar un Ig Nobel?
¿Cuál exactamente el criterio para ganar un Ig Nobel?
Hay sólo uno y es sencillo: tienes que haber hecho algo que primero haga a la gente reír y luego la haga pensar.
Pero ¿cómo se llega al punto en el que uno gana un Ig Nobel?
Pero ¿cómo se llega al punto en el que uno gana un Ig Nobel?
Casi siempre es accidental. La gente que se propone ganar, generalmente no lo logra. Recibimos unas 7000 nominaciones al año; entre el 10 y 20% es gente que se nomina a sí mismo. Casi ninguno de ellos ha ganado. Pero sobre los otros, nos enteramos de cosas, la gente nos cuenta, cualquier persona puede mandar nominaciones y tenemos que escoger entre ellas.
¿Cómo reaccionan los científicos cuando se enteran de que se ganaron un Ig Nobel?
De diferentes maneras. Tenemos la política de avisarle de antemano a los ganadores, comunicándonos con ellos discretamente, para darles la oportunidad de reclinar el honor. Pero muy poca gente lo rehúsa. ¿Hay algún cruce entre ganadores del Nobel y los del Ig Nobel?
Sí, desde que empezaron los premios, en la ceremonia -que se hace en Harvard University todos los años y los nominados vienen por cuenta propia-. Como allá hay un puñado de ganadores del Premio Nobel, vienen a estrecharle la mano a quienes compiten por el Ig Nobel, y luego son ellos los que entregan los premios.
Pero en la versión 2010 ocurrió algo que a mí me parece maravilloso: Estocolmo le otorgó uno de los premios Nobel a un físico llamado Andrei Geim, de la Universidad de Manchester. Hace 10 años nosotros le habíamos dado el Ig Nobel… por algo diferente. El Nobel se lo ganó por trabajar en algo llamado grafeno –la versión bidimensional del carbón-; nosotros se lo habíamos dado por un trabajo que hizo cuando trabajaba en el que usó imanes para hacer levitar a una rana.
¿Cuáles son sus favoritos?
¡Tengo tantos! Siempre disfruto al acordarme de un premio que compartieron un hombre llamado Keogh y la oficina de patentes de Australia, pues en el año 2001 él aplicó y le concedieron la patente de la rueda… ¡existía, pero a nadie se le había ocurrido patentarla! Hay otro que es un premio a la primera descripción científicamente fidedigna de un caso de necrofilia homosexual de patos azulones.
No todos los estudios son de científicos: le damos premios a cualquier persona que haga algo que se ajuste al criterio: reír y luego pensar. Además, aunque la mayoría de los premios son de ciencia, a menudo damos uno de literatura, como el que le dimos a la British Standarts Organization, que se encargan de establecer el estándar de casi todo lo que se manufactura. El premio se lo dimos por su publicación de una guía de seis páginas sobre la manera correcta de preparar una taza de té.
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