domingo, 18 de febrero de 2018



¿Sabías que los niños pasan un 14 por ciento del tiempo que pasan despiertos entre la guardería y el colegio? Teniendo en cuenta este dato, no sorprende que la mayor parte del aprendizaje ocurra "fuera": jugando en el parque, durante las actividades extraescolares, en el museo, dando un paseo, a través de los medios de comunicación y, quizás lo más importante, en casa.
Soy la directora de un centro de divulgación educativa en la Universidad de Queen (Australia) y la coordinadora del festival Science Rendezvous Kingston: un encuentro sobre ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. También creo contenido sobre matemáticas para dos programas formativos para niños: The Prime Radicals y mathXplosion. He creado dos herramientas para padres con el objetivo de que inspiren a sus hijos a aprender, amar y elegir las matemáticas y soy la consultora en la "charla sobre matemáticas" de MathStoryTime.
He trabajado durante décadas para animar a los padres a involucrarse en la educación de sus hijos porque creo que las familias y los colegios tienen mucho que aprender los unos de los otros. Los centros educativos tienen los conocimientos académicos para enseñar y aprender, así como planes de estudio, evaluaciones y valoraciones; mientras que los padres conocen las motivaciones, capacidades e intereses de sus hijos.
La ciencia en casa no tiene por qué ser algo abrumador, puede ser algo tan sencillo como plantar unas semillas con un niño o ayudarles a recoger hojas e insectos.
Varios estudios también muestran que los ambientes informales como el hogar (o básicamente cualquier actividad extraescolar) tienen un papel importante en la formación sobre ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Este tipo de actividades suscitan el interés de los alumnos y proporcionan oportunidades para ampliar los conocimientos y profundizar en los contenidos sobre ciencia.

Los datos empíricos claramente sugieren que las experiencias fuera de las aulas fortalecen y enriquecen lo aprendido en materia de ciencias en el colegio al reforzar conceptos y prácticas científicas que han sido introducidos durante el horario escolar. Estas experiencias pueden ocurrir en museos, actividades extraescolares, centros de ciencia y tecnología, bibliotecas, acuarios, zoos, jardines botánicos o en la mesa de la cocina.
Las experiencias fuera del aula también fomentan el aprecio y el interés por la finalidad de la ciencia tanto dentro como fuera del aula. Estas experiencias ayudan a los alumnos a entender la importancia de la ciencia en sus vidas cotidianas, la profundidad y el alcance de la ciencia como campo del saber y cuáles son las posibilidades de hacer carrera en la ciencia, ya sea en el mundo laboral o como aficionado.
No es ninguna sorpresa que los investigadores y los educadores de ciencia se pongan en contacto de forma activa e informal con los padres para pedirles de forma entusiasta que animen y apoyen a sus hijos a que aprendan ciencia en casa, en el colegio y a través de sus comunidades locales.

Los padres son los primeros profesores de los niños y los más importantes. Sus valores, creencias y acciones tienen una enorme influencia en la toma de decisiones y en los éxitos de los niños a nivel académico. Cuanto los padres transmiten el interés y el entusiasmo por temas científicos, los niños se benefician a nivel actitudinal y académico.
Cuando los padres dejan claro que les importa la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas y creen que es importante estudiarlas, influyen de forma positiva en la forma en la que sus hijos ven estas asignaturas y fomentan el éxito académico de sus hijos en estas áreas del saber.
Una madre ayuda a su hija en el festival de ciencia Science Rendezvous Kingston 2017. (Garrett Elliott)

Aprender sobre ciencia de forma informal en casa consiste en que los padres y los hijos exploren las posibilidades de la ciencia de forma divertida y diferente a lo que se enseña en el aula. Las interacciones breves entre padres e hijos sobre temas relacionados con la ciencia pueden suponer una diferencia fundamental en la forma en la que los niños perciben las asignaturas de ciencias y en sus notas.
Un estudio, por ejemplo, demostró que cuando los tutores de los niños utilizaban una aplicación móvil para tratar las matemáticas en casa, sus hijos de primaria mostraban una mejora en sus capacidades matemáticas en cuestión de meses. El progreso era más dramático en aquellas familias donde los tutores de los niños confesaban su entusiasmo por las matemáticas.

Cuando los padres participan de forma activa en experimentos científicos de andar por casa, se convierten en profesores científicos. Cuando los padres pasan a ser colaboradores en la recolecta de hojas o bichos para la colección de un niño e incluso les ayudan a clasificar sus tesoros con la ayuda de documentación ilustrada, están copiando la forma de trabajo de los científicos.
Cuando los padres se acurrucan con sus hijos para leer un libro sobre ciencia juntos, como puede ser el libro Cómo Funcionan Las Cosas de David Macaulay, y después se ponen a examinar un abrelatas para ver cómo funciona, están utilizando un modelo de aprendizaje.
Cuando las familias ven programas de televisión apropiados para los niños según su edad (como Sid el niño científico, Project Mc² o NOVA) los padres están fomentando las conexiones entre temas científicos, la vida diaria, las posibilidades laborales y la formación científica con su actitud y sus acciones.
Aquí os dejo dos experimentos muy sencillos que podéis hacer en casa con objetos cotidianos:
Experimento 1: Rodar, rodar, rodar
Necesitarás: Una lata de refresco vacía, un globo inflado y alguien con pelo.
Instrucciones: Pon la lata en horizontal en una superficie plana (una mesa o el suelo vale). A continuación frota el globo arriba y abajo por tu pelo. Después pon el globo cerca de la lata sin que la toque. ¡Verás cómo la lata rueda hacia el globo sin tocarlo!
¿Por qué funciona? Cuando frotas el balón en el pelo, unas diminutas partículas invisibles llamadas electrones (que tienen una carga negativa) se acumulan en la superficie del globo, creando electricidad estática. Los electrones tienen el poder de atraer objetos muy ligeros (como la lata de refresco) hacia ellos.

Experimento 2: Inflar un globo sin soplar
Necesitarás: Un globo, 40 ml de agua (aproximadamente, para que te hagas una idea una taza contiene unos 250 ml, así que no te hará falta mucha), una botella de refresco, una pajita, el zumo de un limón (o dos cucharadas de vinagre) y tres cucharadas de bicarbonato.
Instrucciones: Extiende el globo y pon 40 ml de agua en la botella de refresco; añade el bicarbonato removiendolo con la pajita hasta que se haya disuelto. Echa el zumo de limón (o el vinagre) y rápidamente pon el globo sobre la boca de la botella.
¡Si todo sale bien tu globo se inflará!
¿Por qué funciona? Al añadir el zumo del limón al bicarbonato se crea una reacción química porque el bicarbonato es alcalino y el zumo de limón es ácido y cuando se combinan crean dióxido de carbono (CO₂). El gas sube a través del cuello de la botella de refresco hasta el globo y lo infla.

Autora: Lynda Colgan, Profesora de Matemáticas de Primaria, Universidad de Queens, Ontario

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

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