En el aula escolar están enfilados, frente a frente, en dos hileras unos 30 alumnos del cuarto grado. En el fondo observa una veintena de voluntarios japoneses, todos dedicados a la docencia, están como observadores. Adelante están cuatro voluntarios del mismo país que dirigen la clase. Hoy es día de Matemáticas. Estamos en la escuela básica 201 “Tte. G. Aquino” de la villa serrana que forma parte del Proyecto Escuela Viva Hekokatuva. Los cuatro jóvenes docentes nipones Nozomi, Yoko, Keiko y Yuta, llevan la posta y empiezan a saludar. “Buenos días niños”. “¡Buenos días, profesora!, ¡buenos días, profesor!” gritan los alumnos en forma cuasi automática y en coro. La clase pautada tiene que ver con la tabla de multiplicar y el método de aprendizaje es el de la competencia y el juego. En el primer caso, la competencia, se hace una medición del conocimiento previo en la que los niños deben completar la tabla de multiplicar en una hoja con cuadrículas. “A partir de ahora tienen 7 minutos para terminar”, dice una de las instructoras. Ni una mosca vuela en la clase y todos están concentrados en los números y el papel. A los 4 minutos y 57 segundos, Hernán Antonio, de 9 años, rompe el silencio y grita lleno de felicidad “terminé”. Fue el primero. En los sucesivos minutos, antes de cumplirse el plazo, fueron apareciendo otros, aunque pocos.
“Van a ir mejorando sus récords”, dice Yoko al computar nombres y tiempo y agrega que “la tabla de multiplicación de una de las lecciones más importantes de las matemáticas”.
Luego empieza otro juego de aprendizaje parecido al de los naipes (maka’i). En unas cartas están los factores (2x2) y en otras los productos (=4). Los niños deben ir jugando a las cartas e ir eliminando cada cartón a medida que vayan hallando los resultados en sus propias manos. El que primero se queda sin nada gana.

Los voluntarios japoneses trabajan en escuelas de todo el mundo y la dificultad siempre es la misma: el aprendizaje de las matemáticas. Paraguay tiene el mismo dilema, dice la Lic. Miho Uematsu, coordinadora de los voluntarios japoneses de JICA en área de educación. “Unos 24 voluntarios están trabajando en todo el departamento de Cordillera en varias áreas como Computación, Música, Educación Artística, Matemáticas y Ciencias Naturales para mejorar la calidad de la enseñanza. Ayudan a los niños a aprender y a los mismos docentes a capacitarse para preparar materiales didácticos”, expone.
Uematsu añade que la idea es presentar el aprendizaje de las matemáticas como un sistema ágil y como una materia a la que no hay que tenerle miedo. Pero, ¿por qué es tan difícil matemáticas para los niños? es la pregunta a la que responde: “El sistema de muchos países y Paraguay es copiar y aprender de memoria todo, pero los voluntarios saben que los niños necesitan pensar para aprender con la ayuda de materiales de apoyo y eso intentan”, explica. Todos los voluntarios docentes ya cumplieron un año y seis meses de una misión que dura dos años. Ellos cumplen prácticamente la misma función que un profesor y están de 07:00 a 17:00 en las escuelas asignadas. Otros están cooperando con organizaciones no gubernamentales y otras instituciones de la contraparte. El resultado está a la vista en los niños que no son nada tímidos y demuestran una mente abierta y predispuesta a aprender.
Yoko, uno de los instructores de la clase, explica que con este mecanismo en el que participan de observadores los demás voluntarios docentes de Cordillera se busca evaluar el trabajo de todos en todas las áreas y observar el método que aplican. “Yo soy profesora de matemáticas, pero hoy tuve la oportunidad de evaluar el trabajo de otros profesores al estar en contacto con la clase”, asegura al enfatizar que la filosofía es el “intercambio de conocimientos”.

Keiko replica que cuando llegó de Japón vio demasiada diferencia con nuestro país en cuanto al conocimiento de las matemáticas. “Nuestro objetivo fue ayudar a aumentar el conocimiento de la materia para la escuela incluyendo a los profesores”. Habló de una semejanza: Tanto en Japón como aquí las matemáticas es la materia preferida de los varones, pues implica menos lectura de libros y más ejercicios, menos teoría y más práctica. Para Nozomi lo que más llama la atención en las escuelas del interior de Paraguay es la falta de materiales didácticos tanto para los niños como para los docentes. “Nosotros preparamos los materiales, es más fácil trabajar y es más barato”, dice. Yuko, el docente varón, mostró preocupación porque muchos docentes del interior no saben cómo enseñar a los niños para interesarse más en las clases. “A veces debemos recurrir a los juegos. Otra cosa que me llamó la atención es cuánto valor le dan los niños a una simple hoja o un pedazo de cartulina que se les entrega. Es demasiado para ellos y lo aprender a valorar demasiado”, se admira. La clase del día en que visitamos la escuela asistida por los voluntarios de JICA la cerraron los alumnos que tomaron la posta con una canción dedicada a sus instructores japoneses. Ratificaron que todos aprendieron muy bien la lección.




No hay comentarios:
Publicar un comentario