viernes, 14 de noviembre de 2008

¿Cómo enamorarse de las matemáticas?,...


Escuchar que alguien ha elegido estudiar leyes o pedagogía porque en esas carreras no hay matemáticas es algo que sucede con frecuencia. Recibir la noticia de que uno de los hijos suspendió matemáticas, tampoco es algo fuera de lo común. En México como en otros países, la ciencia de Euclides padece irremediablemente de serios tabúes que la colocan como una ciencia aburrida y complicada.
No es algo extraordinario tampoco que después de pasar más de diez años consecutivos estudiando la materia, al llegar a la edad adulta sólo se recuerden unos cuantos ejercicios y problemas elementales. En suma, parece que constantemente huimos de los números.
Las cifras no mienten y como muestra hay datos oficiales que demuestran que al menos un 50 por ciento de los alumnos de nivel preparatoria tienen problemas con la asignatura por lo que en su formación futura, evitan volver a toparse con ella. ¿Pero de dónde viene esta aversión por las matemáticas? De acuerdo con el profesor Daniel Martínez, miembro de Kumon México (un organismo educativo que potencia el desempeño escolar a través de las matemáticas), las razones por las que “todos” tenemos problemas con esta ciencia empiezan desde los primeros años de estudio cuando aprendemos los números.
Las dificultades, señala, “empiezan desde que uno comienza a sumar, cuando se les pregunta a los niños cuánto es siete más cuatro, el niño repasa, 7, 8, 9, 10 y 11 para llegar al resultado, pero en realidad eso no es sumar, eso se llama contar y aunque la parte de la secuencia numérica la tiene muy clara, el sumar no, pues este es un proceso que va más allá”. A decir del especialista, el desarrollo de las habilidades matemáticas implica plena comprensión de los problemas que plantea la materia, además de una rápida capacidad de reacción que muy pocos tienen oportunidad de absorber en los salones de clase.
En realidad, agrega, “nunca aprendimos a sumar bien, cuando restamos también nos tardamos mucho por lo que cuando uno llega a querer sumar fracciones, (trabajo que implica al menos tres multiplicaciones y una resta) cada una de estas operaciones cuesta mucho trabajo y la operación final es dificilísima, uno va arrastrando las deficiencias y son como bolas de nieve que van haciendo que todo sea cada vez más difícil”. A ello, se suma que el sistema educativo nacional obliga al maestro a seguir un programa que es el mismo.

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