martes, 6 de enero de 2009

Murió Inger Christensen, la poeta matemática


La poeta danesa Inger Christensen, mencionada a menudo como candidata al Premio Nobel de Literatura, murió el viernes a la edad de 73 años, ha anunciado su editorial, Gyldendal.

Christensen comenzó a dedicarse de lleno a la escritura en 1964 tras la publicación de sus poemarios 'Lys' (Luz, 1962) y 'Graes' (Hierba, 1963). Entre sus principales obras destaca su extenso poemario 'Det' ('Ello', 1969), en el que explora cuestiones sociales y políticas e indaga en la antítesis amor-odio. La poetisa se inspiró también en las reglas que rigen la naturaleza y las matemáticas, así como en la composición musical. "Las proporciones numéricas están en la naturaleza, como la forma en que un puerro se envuelve en sí mismo desde dentro", dijo al publicar 'Alfabet' (Alfabeto) en 1981, donde utiliza el alfabeto y la secuencia matemática de Fibonacci. Christensen nació en 1935 en Vejle, en la costa este de Jutlandia. Tras finalizar la escuela secundaria se trasladó a Copenhague y posteriormente a Aarhus, donde estudió para convertirse en profesora, licenciándose en 1958. Un año después se casó con el también poeta y crítico Poul Borum. El matrimonio se separó en 1976. En 1991 salió a la luz su ciclo de sonetos 'Sommerfugledalen' (El valle de las mariposas), donde se vale de la imagen de la mariposa, con sus bellos colores y su fragilidad, para hablar de la vida y la muerte. Entre los muchos galardones que recibió figuran el Premio de los Críticos Daneses, en 1969; la Medalla Holberg, en 1987; el Premio Nórdico de la Academia Sueca y el Premio del Estado Austríaco de Literatura Europea en 1994 y en 2006 el Premio Siegfried Unseld en Alemania. Christensen escribió además teatro para radio y para niños, era miembro de la Academia danesa y en 1995 entró a formar parte de la Academia Europea de Poesía.


Hija de un sastre, Christensen nació en Vejle, Jutlandia. Su formulación poética responde a un sistema lingüístico construido sobre las normas de las matemáticas o la música.
Aunque la obra de Christensen fue aclamada por la crítica gracias a su marcado exponente experimental, la poeta logró reunir en torno a sus poemas a un amplio círculo de lectores. El diario danés Berlingske Tidende escribió una vez que la escritora había logrado una lírica y una prosa independientes de las corrientes de su tiempo y dotadas de una enorme luminosidad.
"Recuerda siempre a la superación de una enorme tragedia", señaló el rotativo. Se podría decir que ha "renovado revolucionariamente" su género literario, si este concepto no fuera tan esquivo ni encajase tan poco con la personalidad casi negacionista de Christensen. La poeta habló siempre con humor y soberanía de sus comienzos literarios. "Durante mi etapa en el instituto escribí tonterías increíbles", reconoció. Sin embargo, su relativamente corta obra ha alcanzado un gran prestigio internacional. Sommerfugledalen (Valle de las mariposas. Requiem, 1991) fue considerado por la crítica como "obra maestra de la poesía europea". Se trata de una clásica cadena de 14 sonetos coronados con un magistral soneto final. El Requiem de Christensen despliega una "simetría del dolor" mediante un juego de transformaciones infantiles en distintos tipos de mariposas. La realidad y la imaginación apenas se distinguen. "Soy una mortal absolutamente normal, como y hago de todo. Sólo a veces, y en realidad raramente, me olvido de que tengo conciencia. Y entonces tengo que formularlo", dijo una vez sobre sí misma y su proceso de escritura. "Cuando uno lee novelas, se adentra en un mundo enorme. Con los poemas, uno conversa consigo mismo", dijo Christensen.

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