La Escuela Universitaria de Magisterio de Ciudad Real era antes de ayer un hervidero de actividad. Poco antes de las once de la mañana una multitud de estudiantes de 1º a 4º de ESO esperaban ansiosos a las puertas del centro, charlando y riendo para ahuyentar la tensión hasta que les llegara la hora de entrar. Finalmente, a las 10.55, un adulto les indicaba que podían ir subiendo a la segunda planta del edificio. Una vez allí, eran dirigidos a una gran aula, donde iban sentándose divididos en función de su curso: por un lado los pertenecientes al primer ciclo, que abarca a los alumnos de 1º y 2º de ESO, y por otro los del segundo ciclo, al que se adscriben los estudiantes de 3º y 4º de la ESO. En total, 170 estudiantes venidos desde todos los puntos de la provincia, que durante las siguientes dos horas pondrían a prueba sus conocimientos de matemáticas y su capacidad a la hora de aplicarlos correctamente. El objetivo: alzarse con el laurel del vencedor en la Olimpiada Matemática de Ciudad Real.
Décima edición: El adulto que les había dado la entrada en la Escuela de Magisterio era Miguel Adán Oliver, representante de la Sociedad Castellano-Manchega de Profesores de Matemáticas en Ciudad Real; esta entidad es la que organiza cada año este evento, que ayer alcanzaba su décima edición. La Olimpiada Matemática, explica Adán Oliver, consiste en una serie de problemas que los alumnos participantes deben solucionar en el tiempo que tienen asignado. La dificultad que revisten estos ejercicios, añade, “no es la de resolver ecuaciones, sino la de plantear el problema”: lo que se busca es que los jóvenes participantes demuestren sus conocimientos a través de la aplicación ingeniosa de los mismos. De ese modo, la valoración de los ejercicios se basa, además de en la resolución correcta de los problemas, en una buena documentación de los mismos y de los razonamientos empleados: en suma, “que el desarrollo del problema sea óptimo”.
Como es lógico suponer, los ejercicios de segundo ciclo son algo más complicados que los que enfrentan los alumnos englobados en el primer ciclo; no obstante, Miguel Adán Oliver considera que esto tiene que ver “no tanto por la dificultad en sí, sino porque quizás necesitan algún tipo de experiencia previa con esos conceptos que aparecen en los problemas”.
La participación desde sus inicios en el año 2000 hasta la fecha ha ido al alza hasta estabilizarse: de los cerca de 60 alumnos que acudieron a la primera edición, se ha pasado a oscilar consistentemente entre los 150 y los 200 estudiantes en los últimos años. Y eso que, como resalta Miguel Adán Oliver, aún quedan bastantes centros educativos ciudadrealeños por incorporarse a esta competición.
Preparación: El éxito en la prueba, al igual que en el deporte, no viene gratis: requiere una ardua preparación. Varios de los profesores que acompañan a los jóvenes hasta la prueba explican que ‘entrenan’ a estos durante las semanas previas, planteándoles diversos ejercicios similares a los que afrontan en la competición; en algunos casos, dice Adán Oliver, se trata de problemas planteados otros años. Los que se alzaron antes de ayer con el oro, plata y bronce de la Olimpiada fueron, respectivamente, Alberto Fernández-Marcos, Ana Poveda y Adrián Carmona, en el primer ciclo; en el segundo ciclo, ganaron Johanna Aguado, Iván Bravo y José Antonio Fernández. Ellos representarán a Ciudad Real en la Olimpiada Matemática Regional, que se celebra en Albacete el 23 y 24 de mayo.
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