viernes, 24 de julio de 2009

Leo Margets fue la mejor mujer en el Mundial de póker al acabar 27ª entre 6494 jugadores

No jueguen al 'streptease poker' con ella porque ya se sabe quién acabará desnudo. Estudió Económicas en Los Angeles y Marketing en Londres, formación compatible con los números que mejor baraja actualmente: los del póker. Su formación –también habla cinco idiomas– le ayuda en las partidas a tenor de su respuesta sobre la virtud indispensable para jugar con éxito. "Es básica una mínima noción matemática. El factor psicológico y el emocional influyen mucho, pero puedes ganar basándote sólo en las matemáticas y las probabilidades de que salga cierta jugada", asegura Leo Margets, protagonista de una meteórica ascensión al acabar la semana pasada como la mejor mujer – 27ª con 352832 dólares ganados – entre los 6494 jugadores reunidos en las World Series of Poker de Las Vegas, la gran cita. "La sensación fue brutal porque Las Vegas es la Meca del póker, el paraíso. Es una burbuja irreal de fiesta y glamour. La vida no es así, pero tampoco está mal vivir en una nube unos días. Yo he soñado despierta", admite esta catalana.

Lo curioso del tema es que a Margets nunca le gustaron las cartas hasta hace cuatro años, cuando descubrió el póker a través de un amigo que jugaba. "No sabía de qué iba, pero enseguida me alucinó y lo encontré fantástico. No es un juego de cartas, sino un juego de personas, por eso me atrajo tanto. Se necesita estudiar y uno no acaba nunca de aprender. Las cosas me han pasado rápido, pero la suerte se busca. Llevo casi tres años dedicándome a tiempo completo", afirma Leo, que traza un paralelismo con el ajedrez. "Es muy parecido hasta el punto de que la mayoría de jugadores son ex ajedrecistas que han visto que pueden ganarse mejor la vida con el póker, donde la suerte tiene un pequeño rol que no existe en el ajedrez. Aquí en un momento determinado puedes ganar a un jugador superior a tí, aunque a la larga éste te ganaría seguro", apunta.

Entre 6494 jugadores en Las Vegas apenas había 400 mujeres, aún minoría. "Me da la sensación de que es una cuestión de carácter, de que las mujeres son menos competitivas. Es la única explicación que veo porque es una actividad en la que podemos competir con total igualdad con los hombres. Quizás también, como se arrastra esa imagen de juego turbio, las mujeres son más cautas. Yo, en cambio, soy una 'picona' y supercompetitiva de toda la vida", explica ella. "A la gente no le importa estar jugando con una chica, un hombre o tu abuela. En la mesa no hay amigos. Tú lo que quieres es ganar. Es importante ser agresivo pero controlando. Yo cada vez soy más agresiva en momentos determinados, pero también muy paciente. Los faroles están muy sobrevalorados. A todo el mundo le gustar marcarse un farol, pero es más un tema de ego, uno de los problemas de los jugadores. Te lo tienes que creer, pero debes tener la humildad de no fliparte demasiado", dice.

"En casa me veían colocada en un curro estándar, pero lo aceptan perfectamente por la sencilla razón de que me ven feliz. El póker arrastra el concepto antiguo de hombres jugándose la mujer en un tugurio turbio con un puro en la mano y un whisky, pero el perfil del jugador ha cambiado muchísimo. Ahora es un joven universitario que controla las matemáticas, tiene capacidad para leer a las personas y cierta inteligencia emocional", contesta Margets, cuya familia está muy vinculada al tenis: su padre, Joan, es vicepresidente de la Federación Internacional y su tío Miquel es desde hace tiempo el capitán español de Fed Cup. Ella elige ser la reina de picas.

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