lunes, 14 de septiembre de 2009

Enseñar a Estudiar, asignatura pendiente de la Escuela


La Escuela, ¿enseña a estudiar? "En general, no", dice Nora Elichiry, Profesora de la Facultad de Psicología de la UBA. "El no saber estudiar - explica - es una problemática bastante común y estructural en todos los niveles educativos, desde la primaria hasta la universidad".
El diagnóstico de la especialista desalienta, pero tiene fisuras. "Hasta hace unos cinco años era excepcional la escuela que proponía alguna estrategia de estudio. En forma reciente se incorporaron experiencias con diversos apoyos como tutoriales, guías individuales y trabajos grupales", explica quien de este tema hizo su objeto de estudio: Elichiry dirige un proyecto de investigación sobre interactividad y sistemas de apoyo del aprendizaje escolar en la escuela y en la familia de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UBA.
Saber estudiar, dice, es comprender y transferir. "En términos simples implicaría poder explicar el concepto aprendido a otra persona y resolver en forma práctica. Unir el 'saber' con el 'saber hacer' y establecer relaciones entre los conceptos".
Ni maestros ni profesores, sostiene, fueron preparados para enseñar a estudiar. "Y cuando les preguntamos a los padres dónde aprendieron ellos, la tendencia generalizada es que no fue en la escuela. Con frecuencia mencionan que ha sido en su familia, con docentes particulares o en institutos privados. Las familias con escolaridad incompleta, en general, señalan que no saben cómo se estudia o tienden a poner el énfasis en la memorización textual y en la inteligencia, como por ejemplo: 'Soy muy burra, no sé estudiar".
¿Qué hacer? Hay procedimientos prácticos que ayudan, pero no hay técnicas ni recetas infalibles. Elichiry da algunas claves. "Se trata de guiar un aprendizaje conceptual según dominios específicos ya que la modalidad requerida es diferente si el contenido es matemático, físico o de lengua", dice.
Por fortuna, aquí no acaba todo. ¿O sólo se aprende estudiando? "Con seguridad, ¡no! Hay múltiples formas y contextos para aprender. De otros, con otros, observando, escuchando, argumentando, haciendo y también ¡jugando! - enfatiza -. Esto suele ser algo olvidado por las familias, en especial a partir del ingreso de los chicos a la primaria. Pareciera que el juego sólo es propio de los más pequeños y no debería ser así. Hay juegos específicos para todas las edades como los que propician el pensamiento estratégico, la resolución de problemas, la organización, la concentración y la creatividad. Las investigaciones psicológicas recientes muestran la importancia de jugar para aprender".
Entre las escuelas que se plantean estrategias de estudio está el Colegio Beth, de nivel inicial y primario, en el barrio de Palermo. Desde su creación, hace 10 años, tiene un equipo de psicopedagogía que entre sus tareas aborda el tema. "La queja que se reitera es que los chicos no saben estudiar, ni escribir, ni responder una guía de preguntas. Nosotros partimos de la idea de que es la escuela la que debe generar las condiciones para que esto se dé en vez de pedírselo a los chicos a priori", explica Noemí Aizencang, psicopedagoga y magíster en Didáctica.
Con los maestros, en el aula y fuera de ella, el equipo arma estrategias específicas según la particularidad, de un chico y de un grado. Otra vez, de recetas ni hablar. Aunque en términos generales, sostiene Aizencang, se trata de enseñar "a seleccionar, a descartar y a comparar distintas voces. Que los chicos puedan decir 'con esto coincido más' y que sepan justificarlo".
Y agrega: "Si empezamos a hacerles estos pedidos, ellos van a ir apropiándose de maneras de hacer y de trabajar frente a, por ejemplo, el material escrito. Si no se los demandamos no hay por qué esperar que lo hagan por sí solos como si fuera natural. Porque estos no son los pedidos con los que ellos se encuentran en otros espacios. Saben muchas cosas -manejan tecnología y tienen acceso a fuentes espectaculares- y está buenísimo que las traigan a la escuela. Hay que aprovecharlas planteándoles interrogantes, dilemas y desafíos. Porque lo escolar implica tiempo de ir, de volver, de revisar y de complejizar. Tiempo de construcción y de reconstrucción".

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