sábado, 31 de octubre de 2009

Los matemáticos también ríen



Corría el mes de agosto de 1966 y cuatro mil personas se reunían en el Palacio del Kremlin entre mesas llenas de vodka y caviar; era el banquete inaugural del Congreso Internacional de Matemáticos pero no había ninguna silla, porque un dicho lo desaconsejaba: "cuanto más sillas haya, más vodka se bebe".
Esta anécdota es una de las tantas que Guillermo Curbera, profesor de la Universidad de Sevilla y conservador de la Unión Matemática Internacional, ha reunido en "Mathematicians of the World, Unite!" ("¡Matemáticos del mundo, uníos¡"), un libro que muestra la vida hasta ahora inédita de los miembros de "esta internacional matemática".
El congreso moscovita acaparó la primera plana de los medios por otros motivos. El estadounidense Steven Smale recibió en este congreso una Medalla Fields, conocida popularmente como el Nobel de Matemáticas.
Smale, que había mostrado su oposición a la guerra de Vietman, organizó una rueda de prensa en la escalinata de la universidad rusa y en ella no sólo criticó la política norteamericana sino también la intervención soviética en Hungría.
"Dos grandes rusos" aparecieron y Smale estuvo desaparecido durante unas horas. "Posteriormente contó que simplemente le llevaron a visitar varios museos y la agencia de prensa oficial", relata Curbera.
"El matemático tiene una sensación de comunidad que aprende desde pequeño", según este profesor, por lo que los Congresos Internacionales de Matemáticos (ICM), desde su fundación en 1897, han ido transformándose al mismo tiempo que el mundo mudaba su piel.
Y por eso, también hubo un congreso "hippie", que se celebró en Vancouver en 1974. Algunas de las fotografías de aquel acontecimiento muestran la fachada de un centro de recepción con gente de pelo largo y cajas de cerveza.
A David Mumford, uno de los premiados con la medalla Fields, "se le nota muchísimo que es el primer traje que se ha puesto en la vida", dice Curbera, quien añade que muchos de los matemáticos invitados, especialmente los llegados desde el otro lado del telón de acero, aprovechaban los recesos para ir a una playa nudista.
Las heridas de las dos guerras mundiales que asolaron Europa también se reflejaron en congresos como el de Oslo de 1936. En aquella ocasión, el protagonista fue el francés Gaston Julia, fácilmente reconocible en las fotografías de la época por una extraña máscara que cubría parte de su rostro. En una cena del congreso, Julia recordó a aquella enfermera que veinte años antes le había salvado la vida a él, un joven oficial herido que al sentir su propia sangre inundándole la boca despertó y apenas pudo pedir ayuda antes de desfallecer. La enfermera cortó la hemorragia y permaneció a su lado toda la noche.
La presencia española en los ICM ha sido irregular, tanto como la historia política y social de nuestro país. Hasta la creación de la Junta de Ampliación de Estudios, que en 1912 permitió la asistencia de veinticinco españoles al congreso de Cambridge, sólo uno o dos matemáticos participaron en estos congresos.
 Después, el franquismo y la posguerra también alcanzaron a las matemáticas, que sólo resucitaron al calor de la transición y la consolidación de la democracia "con una progresión inusual". Actualmente España, concluye Curbera, representa el cinco por ciento de la producción matemática mundial y tiene en su haber la organización de uno de los 25 congresos internacionales. La primera Medalla Fields a un español es cuestión de tiempo.

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