sábado, 31 de octubre de 2009

Ángel Gabilondo, Ministro de Educación en España, lanza la propuesta de ampliar la ESO hasta los 18 años.


 
El globo sonda que ha lanzado el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, sobre la posibilidad de ampliar la enseñanza obligatoria hasta los 18 años ha surtido sus efectos. La noticia corrió como la pólvora y, ayer, no se podía hablar de otra cosa en los centros educativos.
Julián Caro lleva veinte años impartiendo clases en el Instituto de Educación Secundaria y Bachillarato Juan de Mairena, en Leganés (Madrid), los últimos cinco como director. Para Caro, la cuestión clave sobre una posible obligatoriedad de la educación hasta alcanzar la mayoría de edad reside en «cómo hacerlo». «Creo que se necesita ampliar el Bachillerato un año más, pero los objetivos escolares no deben de ir por prolongar la «condena». No tiene ningún sentido para aquella gente que no quiera continuar», expone Caro.
La misma opinión guarda parte de su profesorado. «Hay poca motivación y es mejor potenciar la formación profesional para los chavales que no quieran estudiar. Hasta los 16 está bien la educación obligatoria, pero aumentarla implicaría tener una guardería. No aprovecharían el tiempo», manifiesta Juan Akapo, profesor de Matemáticas del centro.
Algunos, como el director del IES Beatriz Galindo del Barrio Salamanca de Madrid, apuntan a prestar atención a otras cuestiones «más importantes». «No hay que cerrar las puertas a que se pueda ampliar, pero somos un país con gran fracaso escolar. Lo principal y urgente ahora es garantizar una enseñanza de éxito. Es necesario alcanzar un nivel de rendimiento similar al de los países de nuestro entorno, y no se resuelve de un día para otro», comenta.
En el centro de Madrid, en el IES Cervantes de la calle Embajadores, el profesorado se muestra escéptico y contrario ante el posible cambio. «No estoy de acuerdo con la ampliación. La educación obligatoria llega en muchos casos hasta los 18 y 19 años para estudiantes que repiten una y otra vez. Incrementarla supondría que los chicos estuvieran en los institutos hasta pasados los 20, y así se les infantiliza», arguyó Encarnación Mainez, docente de Matemáticas del Cervantes.
«Debemos tener en cuenta el gran fracaso escolar, que gira en torno al 25%. Hay estudiantes que año tras año suspenden todas las asignaturas. Están perdiendo el tiempo y haciéndoselo perder a los demás. Tenemos que dar alternativas como los Programas de Cualificación Profesional Inicial que se incorporaron hace un año -accesibles desde 2º de la ESO-. Lo ideal sería que se ampliasen las plazas, ya que son muy solicitados por alumnos objetores», propuso Aníbal Villanueva, profesor de Tecnología en el mismo centro.
Julián Caro informa de que «la inmensa mayoría está pensando en incorporarse al mundo laboral. Quieren dinero fácil y pasan de estudiar. ¿Cómo convencer a estos chicos de que continúen dos años más? Habrá que hacer planes de estudios más atractivos». A esta conclusión también llega su homólogo del IES Beatriz Galindo. Sendos directores añaden que, además, hay que tener «muy en cuenta» los distintos sistemas educativos y la cultura de la población inmigrante. «Los ciudadanos del norte de África vienen con la idea de trabajar y ganar dinero cuanto antes. En Suramérica ocurre algo similar, a lo que hay que añadir que su enseñanza obligatoria no llega ni siquiera hasta los 16 años», argumenta Caro.
Para todos los profesionales de la educación consultados, parte de la solución pasa por ampliar el Bachillerato un año más, «para que la formación fuera mejor», pero sin ser obligatorio.
Llega la hora del recreo, los alumnos salen en tropel de sus recintos y rápidamente vierten su opinión ante la noticia del día. «Siempre nos machacan a los españoles con que tenemos bajo nivel educativo. Así mejoraríamos», expresa una estudiante de 1º de Bachillerato. «Bastante nos cuesta llegar hasta aquí como para que nos lo aumenten más años», añade un joven de 4º de la ESO. «Así podemos estar más tiempo con los padres sin hacer nada», dice un adolescente de 4º de la ESO.
Si en algo coinciden docentes y alumnos es que hacer obligatorio el Bachillerato «supondría ralentizar la formación de los realmente interesados» a causa de los objetores escolares.

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