lunes, 9 de noviembre de 2009

Fermat bajo la lluvia



Bajo este título,Segisfredo Infante, escribe en el periódico digital: http://www.latribuna.hn, el siguiente ARTÍCULO, que por su interés transcribimos en el Noticiario Matemático:
En una llamativa carpa de libros en oferta aparecía, hace una semana, un buen lote de volúmenes sobre “El enigma de Fermat”, del periodista popularizador de temas científicos Simon Singh. Me llamó la atención que aquellos libros semi-mojados por causa de una lluvia sabatina, les hubiese sido imposible encontrar clientes hondureños que estuvieran interesados sobre uno de los sucesos matemáticos más importantes de todos los tiempos. O nunca los sacaron de las bodegas; o simplemente este libro extraordinario provocó indiferencia en los círculos académicos de por acá. No lo sé.
La verdad es que nosotros publicamos un comentario conciso sobre la primera versión de este mismo texto en abril del año 2003, informando humildemente en nuestro medio, que el joven matemático Andrew Wiles había por fin demostrado, en septiembre de 1994, la veracidad de la conjetura matemática más perturbadora de los últimos trescientos cincuenta y siete años, desde que el abogado francés Pierre de Fermat (1601-1665) la había dejado anotada, con una hipotética solución intuitiva, en el margen del problema número ocho del libro “La Aritmética de Diofanto de Alejandría”. 
No vamos esta vez a caer en excesivos detalles técnicos y sólo expresaremos que Fermat formuló la imposibilidad de que se cumpliera el viejo teorema de Pitágoras (o tripleta del burro) en la sumatoria de enteros positivos elevados a la “ene” numerales a partir del exponente “tres”. Gigantes de las matemáticas como el suizo-ruso Leonhard Euler (1707-1783) y el alemán Carl Friedrich Gauss (1777-1855) intentaron resolver la conjetura fermateana, llegando apenas a dilucidar el enigmático problema con los exponentes tres, cuatro y cinco. Ya que, aun así, el teorema continuaba sin solución en su totalidad. Uno de los pocos que vaticinó que el asunto tendría una salida pero hasta cuando aparecieran nuevos modelos matemáticos, fue el incomparable filósofo de las matemáticas contemporáneas el checoslovaco Kurt Gödel, al grado que Andrew Wiles sólo pudo hacer una demostración completa, para todos los casos de “ene”, después de recurrir a las matemáticas modulares de los japoneses Yutaka Taniyama y Goro Shimura. 
Alejándonos de tales tecnicismos diremos que Pierre de Fermat ha sido como una recurrencia inevitable en las conversaciones, dudas y retos científicos en los círculos europeos, estadounidenses y japoneses, y motivo de novelas interesantes más o menos recientes como el “Teorema del perico” (Nota del Noticiario Matemático: En España, se publicó bajo el título: "El Teorema del Loro") de un erudito francés. También la problemática fermateana aparece insinuada, con alguna ironía, en la película sobre la vida del matemático y economista de la Universidad de Princeton, el señor John F. Nash, Premio Nóbel de Economía 1994. (No recuerdo que en su biografía se haya mencionado el curioso detalle). En Honduras la profesora Raquelita Angulo publicó, en una revista universitaria, un ensayo breve sobre este mismo asunto. Otro escritor hondureño hizo referencias indirectas a la tripleta de Fermat en un largo poema del mes de abril del año 2003.
En todo caso los méritos del británico Andrew Wiles son muchos, en tanto que desde su adolescencia dedicó veintidós años de estudio y trabajo a este problema laberíntico, con el cual habrían de chocar las mentes más brillantes del mundo de los números. La información al respecto puede ser encontraba en este libro lluvioso, cuya primera edición llevó por título “El último teorema de Fermat”.

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