domingo, 6 de febrero de 2011

Vicente Guimerá Ribas: «Hay que saber transmitir el sentimiento de cada número»


Más de 30 años como profesor y miles de alumnos. Es el balance de la carrera de Vicente Guimerá Ribas, natural de la isla de Ibiza (Baleares-España) de 58 años que desde niño tuvo claro que lo suyo eran las ciencias. Estudió Física, especialidad en física atómica y nuclear, en la Universidad de Barcelona, tras lo que volvió a la isla, donde ha impartido clases en Sa Blanca Dona, el antiguo Seminario, Juan XXIII y Mestral, del que es accionista. Ahora está centrado en su academia.
Vicente Guimerá aún recuerda el día que le llamó Gabriel Sorà –«una institución de la enseñanza en Ibiza»– para pedirle que volviera a la isla para formar parte del primer claustro de profesores del instituto Sa Blanca Dona. Ya en los primeros años puso en marcha su academia, por la que han pasado varias generaciones de estudiantes. Está convencido de que su vocación por los números tiene mucho (casi todo) que ver con los buenos profesores que tuvo en su infancia y adolescencia.
En el periódico digital http://www.diariodeibiza.es/ le hacen una entrevista que, por su interés, en el Noticiario Matemático publicamos:

— Lleva más de 30 años dando clases. ¿Han cambiado mucho las matemáticas?
— Las matemáticas son las mismas, lo que ha cambiado son los programas. Lo que se exige a los alumnos ahora, comparado con lo que se les exigía antes, ha bajado mucho.
— ¿Tan poco se pide?
— Antes, cuando yo estudiaba, existía la reválida de cuarto, la de sexto y el Preu. El primer curso de la carrera era selectivo, no podías pasar a segundo sin tener todo el primero aprobado. Ahora han quitado esos filtros y bajado la calidad.
¿Los alumnos son diferentes?
— No. Los jóvenes siempre son jóvenes, les gusta la fiesta y eso no cambia. Sigue habiendo estudiantes buenos y malos y gente mal orientada. Seguimos teniendo una buena juventud, pero quizás no está suficientemente motivada. Siempre nos hemos creído que antes éramos mejores, pero no.
— ¿Todos los matemáticos están locos?
— Yo es que soy físico teórico. Pero no lo creo. Las matemáticas, dijo Iniesta, «son orden y lógica y quien discurre con orden y lógica siempre llega a su fin sea cual fuere éste».
— Pues a los alumnos que necesitan repaso no les deben parecer muy lógicas.
— El problema de los alumnos de repaso es que la gran mayoría de ellos no se enteran de lo que les explican en clase. Las matemáticas y la física son abstractas. Quien las explica debe dominarlas y saber transmitirlas. A los niños, cuando las han entendido, les encantan. Antiguamente había un catedrático en Ibiza, Noguera, de Santa Eulària, que decía que las matemáticas, si no entraban por la cabeza, entraban por los dedos. Si haces suficientes problemas, llegas a entenderlas. Si te las explican bien son apasionantes.
— O sea, que no todos son malos alumnos sino que hay profesores que no se explican bien.
— No lo sé. No me voy a meter con mis compañeros. Los profesores deben ser matemáticos o físicos teóricos profesionales. Quizás un colegio que no tenga un matemático profesional puede tener un químico o un biólogo y hacerlo bien. Yo no me dedico a explicar filosofía.
— Pero la filosofía y la física…
La física tiene mucho que ver con la filosofía.
— ¿Por qué las ciencias en general y las matemáticas en particular tienen tan mala fama?
— Porque necesitan más esfuerzo y se inclina más a los niños por las letras que por las matemáticas. Es fundamental que desde pequeños se les explique el porqué de las cosas. Por qué se suman quebrados o se hace una integral de una manera y no de otra. Eso te abre la cabeza. La memoria es mala amiga de las matemáticas y la física. No sirve de nada. A partir de segundo de carrera podías llevar todos los libros que quisieras al examen porque todo eran problemas y ninguno estaba en los libros.
— ¿2 y 2 siempre son 4?
— Dos y dos siempre son cuatro según con qué sistema se sume. Con el de base diez, sí. En otros, dos y dos pueden ser cero.
 — Pero para ir a hacer la compra sí, ¿no?
— Sí, para eso sí, dos y dos son cuatro.
— Confiese, ¿alguna vez tuvo que ir a clases de repaso?
— Hice todo el bachiller con clases de repaso. Y era un alumno brillante. Todo el bachiller y media carrera estudié con becas. Si no tenías una media de notable no te la daban. Iba a clase particular con un profesor fantástico, ´es Teacher´, le llamábamos, pero no porque en el instituto, donde tenía al gran Valera, no me enterara sino para ampliar conocimientos. En el Preu tenía a don Antoni Planas e iba a clases a su casa, detrás de la farmacia.
— Lo suyo con los números es vicio.
— ¿Vicio? ¡No! La función de una academia es hacer más ejercicios que en clase. Sobre todo ahora, que para entrar en algunas carreras piden notas altas. Es bueno que los alumnos complementen su formación. La academia está desde Grecia, el origen de la ciencia. Es una estructura fundamental en el sistema educativo.
— Se dice que los números son fríos, ¿usted les encuentra sentimientos?
— Por supuesto. Detrás de cada número hay un sentimiento.
— Solo los verán los de ciencias.
— No. Hay que saber transmitir el sentimiento del número, de la ecuación, del problema que resuelves. Es mucho más fácil de lo que la gente se piensa. Un matemático español, Puig Adam, decía: «Matemáticos mediocres, pero trabajadores a destajo, cada uno crea su propio espacio». Era de principios de siglo, de la revolución del álgebra. Quiere decir que una persona trabajadora sin excesivas aptitudes, porque genios he conocido pocos, podía acceder a conocimientos elevados. Hay que trabajar, como para todo en la vida. Un cirujano aprende a operar haciendo muchas operaciones. Y cualquiera aprende a hacer integrales que parecen chino cuando ha hecho veinte. Es fundamental entender las cosas. De mecánica en esto, nada.
— Soy de letras. Explíqueme qué es una integral, y que lo entienda.
— Es muy sencillo. Una integral sirve para calcular áreas, volúmenes, perfiles de tubos. Es una de las aplicaciones más prácticas de las matemáticas. Para más, tendría que explicarte primero que es una derivada. Pero seguro que lo entenderías.
— Si no hubiera sido hombre de ciencias…
— No me lo he planteado nunca. Desde pequeño me encantaban las matemáticas y la física. He hecho lo que quería. Todos hacemos las cosas influenciados por los profesores que hemos tenido, si no los hubiera tenido tan buenos igual hubiera estudiado Derecho, pero siempre lo he tenido claro. Soy un hombre de ciencias.

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