domingo, 28 de marzo de 2010

Carlos de Castro: «Vislumbro un mundo mejor»


Carlos de Castro nació en Cazalla de la Sierra (Córdoba - España) en 1954. Este señor es matemático. Por su cerebro bullen logaritmos y ecuaciones diferenciales. Pero también otros fundamentos que poco tienen que ver con el universo de los números. Un matemático puro, por ejemplo, no hubiera arrendado la cafetería del instituto únicamente para no perder de vista a los alumnos a quienes impartió clase en una sustitución. Ni hubiera regalado bocadillos y cafés con leche a diestro y siniestro en perjuicio de la caja registradora. Carlos de Castro, por lo visto, sí.
Carlos de Castro, en efecto, ha captado millones de euros y plagado de patentes la Universidad de Córdoba gracias a su explosividad creadora en el terreno de la informática. En la UCO lo toman por un genio distraído. Un hombre brillante al que se le caen los inventos del bolsillo. El último, el «Ifreetable», una revolucionaria pantalla táctil para discapacitados y personas mayores. Porque toda su fuerza innovadora, desde hace ya más de 25 años, la emplea en desarrollar dispositivos para los excluidos.
Comprendió que lo suyo eran las matemáticas desde muy pronto. Y ya antes de ingresar en la Universidad de Sevilla era todo un señor profesor en la materia, que se ganaba la vida dando clases particulares. Gracias a ellas pudo llevar un tren de vida impropio para su edad, coche incluido. Su primer trabajo de profesor tuvo como destino aquella sustitución en Córdoba que acabó detrás de la barra de la cafetería del instituto. Y poco después ingresó en la UCO, primero como profesor en Biología y, más tarde, en el flamante departamento de Informática, donde ya lleva más de 30 años. Aquí ha desarrollado artilugios y periféricos para hacerles la vida más llevadera a la gente con especiales dificultades. Para Ninoska, una joven pentapléjica, creó un ratón bucal que le permitió culminar su carrera de periodismo y que abrió un nuevo horizonte para este tipo de discapacitados. De ella conserva en su despacho, con todo orgullo, un cuadro que pintó gracias a la herramienta que ideó.

En el periódico digital www.abc.es le hacen una entrevista que por su interés en el Noticiario Matemático transcribimos.

— ¿El cerebro de un matemático es idéntico al cerebro de un humanista?
— Yo creo que no. Yo me considero más humanista que matemático. A mí, en realidad, me gustaba la lógica matemática, que tiene que ver con la filosofía.
— ¿También tiene un cerebro lógico para su vida cotidiana?
— Ahí soy un desastre. Al menos, eso me dicen.
— Y usted no lo cree, por lo que se ve.
— No lo creo. Lo que no puedo es hacer lo que hace todo el mundo. Soy atípico. Con lo cual soy un desastre, según parece. Me gusta la creatividad, no la gestión. Pero he montado proyectos en la UCO de un montón de millones. Muchísimo dinero. ¿Eso es ser un mal gestor
— Perdone, pero parece usted la Teresa de Calcuta de las nuevas tecnologías— No, no. Yo he disfrutado mucho con esto. Y los propios discapacitados me han dado muchas lecciones para seguir con esta idea. Sólo su felicidad vale más que cualquier dinero en el mundo.
— ¿La era digital nos iguala?
— Yo creo que sí. En las redes sociales todos somos iguales. Ahí Ninoska no es discapacitada. Es una persona como todas las demás.
— ¿Adónde nos lleva la revolución tecnológica?
— Yo he ido imaginando un mundo donde todos estemos incluidos. Nosotros apostamos por la «e-inclusión». Tenemos que intentar que los mayores y los discapacitados se suban al carro de la era digital. Si tenemos acceso a la cultura seremos menos manejables.
— ¿Y el hombre será reconocible?
— Creo que sí. Hay muchos que tienen miedo de que perdamos la parte humana. Y creo que es lo contrario. A través de Internet puedes conocer a otras personas. No todo el mundo es guapo, inteligente, maravilloso. Internet nos hace más humanos.
— ¿Cómo sueña el futuro?
— Yo creo que la TDT nace muerta. La televisión será digital interactiva por Internet. Y pronto manejaremos nuestras vidas desde un dispositivo que reconocerá nuestra voz. Los ordenadores se adaptarán a nosotros y a nuestras necesidades.
— ¿Qué daños colaterales nos llegan por la red?
— Pues mire: hasta los daños colaterales se revertirán gracias a Internet. Hoy día se persigue el terrorismo con más eficacia a través de la red. Y los maltratadores estarán más localizados si ellos entran en este espacio. Ya se está trabajando en ello.
— ¿Podríamos decir que Facebook es un enorme patio de vecinos postmoderno?
— No exactamente. Aquí eliges tú bajar al patio, hablar con quien quieras e ignorar a los vecinos con los que no te apetezca relacionarte. Facebook supera ampliamente el patio de vecinos.
— ¿Qué les dice a los objetores del monstruo informático?
— Que aunque a ellos no les interese, no les va a quedar más remedio porque esto es imparable. Hay a quien no le interesa que todo el mundo tenga poder. En realidad, Internet es una democracia: darle poder a la sociedad a través de la tecnología.
— ¿El amor digital es amor?
— El amor digital no se diferencia del amor real. Todos hemos idealizado a la persona amada. Imaginar a otros. A mí me da igual el medio: Internet o la vida real.
— ¿Internet agranda o empequeñece el universo?
— Lo agranda. Ahora nosotros estamos con el Sáhara. No costaría mucho darles a los niños un ordenador con conexión Internet. Allí están aislados. Como si no existieran. No tienen nada que hacer. Si le das Internet sí pueden hacer cosas.
— ¿A Carlos de Castro dónde lo encontraremos: en el chat o en las tabernas?
— En las tabernas. No soy muy amigo del chat. No tengo demasiado tiempo. Entre estar virtualmente hablando o en la taberna, prefiero la taberna.
— ¿Quien no está en la red no existe?
— Exacto.
— ¿El teletrabajo dinamitará el Estatuto de los Trabajadores?
— Yo soy partidario del teletrabajo. Tenemos que trabajar en función de los objetivos. Tarde o temprano se impondrá.
— ¿Vislumbra un mundo mejor?
— Yo soy optimista. Apuesto por que las tecnologías ayuden a los desfavorecidos.
— ¿Un lógico matemático ve mucha lógica a su alrededor?
— Pues no. Yo creo, sobre todo, en la generosidad. Mi padre me enseñó cuatro elementos para ser feliz: la amistad, la generosidad, la sencillez y, por supuesto, el buen humor.

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