martes, 16 de marzo de 2010

Las Matemáticas del Crimen


Lo más parecido a un ladrón que ronda las calles de Los Ángeles en busca de un coche mal cerrado es un cazador-recolector que acecha a su presa. A pesar de estar separados por miles de kilómetros y vivir en ecosistemas distintos, su comportamiento es el mismo, señala Jeff Brantingham, arqueólogo de la Universidad de Los Ángeles (UCLA). "Los cálculos que haría un cazador-recolector para elegir entre un ñu o una gacela son los mismos que hace un criminal para elegir entre un Honda o un Lexus", explica.
Brantingham está desarrollando un modelo matemático para la Policía de los Ángeles (LAPD, en inglés) capaz de vaticinar el movimiento de los criminales por la ciudad y los efectos que tendrá en ellos la intervención policial. "Este modelo es el tipo de paso necesario para poder predecir el crimen", detalla.
No es el primero que ha tenido esa idea. Varios proyectos en EEUU y Europa ya aplican modelos matemáticos para combatir el crimen, luchar contra el terrorismo o analizar el comportamiento de la insurgencia en Irak.
"Cada vez que las autoridades de EEUU o Israel alertan del riesgo de un ataque terrorista, sus cálculos se basan principalmente en modelos matemáticos", explica Henri Berestycki, director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, en París. Berestycki desarrolló para el ayuntamiento de la capital francesa un modelo que describía de qué barrios venían las personas que cometen robos violentos y dónde lo hacían. En gran parte eran del norte de la ciudad y su campo de acción eran los Campos Elíseos, repletos de turistas. "Estos modelos muestran realidades que no son evidentes si uno mira sólo las estadísticas y que pueden ayudar a calcular cómo será de efectiva una u otra medida policial", explica.
Desde 2007, el aeropuerto de Los Ángeles usa uno de estos modelos para organizar controles sorpresa y prevenir ataques terroristas. El sistema lo diseñó Milind Tambe, un profesor de informática de la Universidad del Sur de California, basándose en la teoría de juegos. Hace un año recibió un premio del Departamento de Policía del Aeropuerto de Los Ángeles por el invento. "Está atrapando un montón de criminales", comentaba un sargento de la policía. El programa se llama ARMOR. Lo único que tienen que hacer los policías es apretar una tecla en la que pone "randomizar". El sistema calcula las variables y señala dónde y cuándo poner un control encubierto que sea totalmente inesperado. El programa comenzó como un juego en el que hay que intentar desbaratar las intenciones de una persona que tiene un conocimiento detallado del funcionamiento de la policía. Ahora lo financia el Departamento de Interior, que quiere utilizarlo en otros cuerpos de policía federales.
"Muchos criminólogos creen que la oportunidad crea al ladrón y que el crimen sigue pautas rutinarias", comenta Brantingham. "Los delitos suceden cuando los delincuentes encuentran un objetivo en ausencia de policía", detalla. Su modelo, publicado en la revista PNAS, mezcla estas variables con el ir y venir de los ciudadanos en un día normal. Una confluencia de factores: una acera poco iluminada, un turista perdido, un coche patrulla que se marcha y un delincuente en busca de víctima, deciden el crimen. "Nuestro trabajo es el primero que ha modelado esta teoría del crimen", señala Brantingham. 
Ha analizado datos policiales del LAPD recogidos durante 10 años para situar las llamadas "zonas calientes del crimen". Son barrios de Los Ángeles donde se producen muchos delitos durante un periodo de tiempo. Dependiendo de todos los factores mencionados y muchos otros, el sistema también indica a las autoridades si una intervención policial continuada erradicará el foco o simplemente lo desplazará a otra zonas de la ciudad.
"Estos sistemas predictivos podrían cambiar la forma en la que patrullamos", explica a este diario Maggie Goodrich, Oficial Jefe de Tecnología del LAPD. Brantingham ha desarrollado este y otros modelos predictivos. Si consiguen los fondos necesarios, el LAPD comenzará a probar las sugerencias de los algoritmos en las calles en uno o dos años, señala Goodrich. "Hasta ahora, parece que las predicciones matemáticas se pueden usar en muchos tipos de crímenes", añade.
En España, un equipo de la Universidad Complutense (UCM) y la Politécnica de Madrid (UPM) también trabaja en modelos similares, aunque a menor escala, debido en parte a la escasa cooperación de la policía, dicen los expertos. Juan Carlos Nuño, del Departamento de Matemática Aplicada de la UPM, señala que la policía española es aún muy reacia a facilitar datos sobre crímenes para estos proyectos. "No tienen la percepción de que les podamos ayudar a predecir dónde se cometerán más delitos", lamenta. "Hay personal muy bueno, pero los proyectos no cuajan".
"Aún así, es un tema apasionante", señala. Uno de sus modelos, aún un prototipo teórico, es capaz de determinar cuál es la estrategia menos costosa y más disuasoria para combatir el top manta. En otro trabajo calculó cuánto dinero había que invertir en intervenciones policiales para alcanzar un nivel de criminalidad "tolerable". "Erradicarla está casi siempre fuera de las posibilidades reales", confiesa Miguel Ángel Herrero, del Departamento de Matemática Aplicada de la UCM. Ambos son colaboradores y publicarán los resultados de este estudio en el European Journal of Applied Math.
Al igual que el modelo de Brantingham, el de Nuño y Herrero es casi idéntico a los que se usan desde hace años para describir el funcionamiento de las especies en un ecosistema o incluso el comportamiento de moléculas. "Estos métodos de estudio de la biología y la ecología son totalmente trasladables", señala Nuño. "Una ciudad no es más que un ecosistema donde, por ejemplo, interactúan miles de turistas y miles de ladrones depredadores", concluye.

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