lunes, 21 de junio de 2010

En Chile, las bondades del Método Singapur para mejorar en matemáticas

María Victoria Marshall, directora de Compumat que desarrolla programas para aprender matemáticas a través de internet, siendo sus productos educativos dirigidos a los colegios, las instituciones de educación superior y los hogares, y doctora en matemáticas, dice que la gran ventaja del Método Singapur, mencionado por el ministro Lavín como uno de los modelos a seguir en Chile, es que los ejercicios “casi se pueden tocar”.
Según ella, el principio es la fórmula de aprender los números es muy sencilla. Ésta se basa principalmente en visualizar los problemas matemáticos mediante el uso de diagramas, gráficos e imágenes estimulando a los alumnos a resolver estos problemas con bloques, fichas y ejercicios paso a paso hasta que la matemática se hace más amable que simples números escritos en una pizarra.
Mª Victoria trabajó durante más de treinta años en la Facultad de Matemáticas de la Universidad Católica y además es la creadora del programa E-mat, un software con 120 actividades, ya probadas por los programas de EPGY-Stanford (Programa Educacional para Jóvenes Talentos), que hoy se aplican en 100 colegios de Chile, de todo tipo de financiamiento.


Ella dice que el Método Singapur es exitoso, porque además se da en un país con un sistema de educación centralizado, donde existe rotación de profesores, que van cambiando de escuela para que no haya desnivel entre los establecimientos. “Los profesores de primero básico de allá, saben más que un profesor de octavo de nuestro país. Si van a sumar se habla de manzanas, pero esto va dentro de un contexto distinto”, explicó.
Marshall comenta que el uso de elementos gráficos constituye un puente entre el pensamiento abstracto y el concreto, donde todo tiene que ser visto.
Que te presenten un problema matemático y te digan que vinieron diez personas a ver el partido de Chile, no es lo mismo que verlos dibujados, es concreto y representativo.
Lo mismo para explicar la conmutatividad de que 1 + 3 = 4 es lo mismo que 3 + 1, que se entiende mejor usando barras”, explica. Si hay multiplicaciones se usan barras, columnas y las cifras.
El Ministerio de Educación de Chile ya declaró interés por utilizar el Método Singapur, según dice Lorena Espinoza, directora del grupo Félix Klein de la Usach. Espinoza incluso señala que la adaptación al castellano ya empezó a funcionar este año. “Estamos a cargo de la adaptación, pero también de la capacitación de los profesores para usar el libro. Están contempladas visitas al aula y hacer una asesoría eficaz. Incluso hay algunos colegios bilingües que usan los libros en inglés sin adaptación a nuestro currículum”, explica.
Según Espinoza, el Método Singapur trabaja bastante menos contenidos que el currículum chileno, pero los trabaja en profundidad. Esta es la diferencia esencial, ya que uno de sus principios es el llamado “trabajo en espiral”, donde las ideas matemáticas son revisitadas: se pasan las materias de primero a segundo y de segundo a tercero, para articular y ampliar el conocimiento.
Hasta el momento, 40 colegios trabajan con estos libros a lo largo de todos Chile. “Los niños aprenden manejando objetos concretos, luego hacen una relación pictórica de esto. En vez de tener las monedas para resolver problemas, hay cubitos que representan su valor, hasta pasar a un nivel simbólico. Ese es el corazón del Método Singapur”, asegura.
Marshall afirma que la idea de incorporar el Método Singapur no es nueva, porque ya desde hace 20 años que Chile apunta al objetivo de una matemática más visual.
La versión chilena se llama “Piensa sin límites” y la Universidad de Santiago está a cargo de la traducción de sus textos. “De hecho la Universidad tradujo dos textos de primero y segundo básico y ahora está traduciendo los libros de tercero”, dice. El próximo año llegarán hasta sexto básico.
Para Marshall, a pesar de todos los beneficios de este método, una cosa es ocupar estos textos traducidos, pero asegura que lo primordial es que los profesores se empapen del contexto. Agrega que es muy importante el diagnóstico y saber que una misma clase hay alumnos avanzados, intermedios e iniciales y solucionar cómo en la misma aula se le puede enseñar a esos tres grupos. “La educación debe ser más personalizada, lo que no puede pasar es que los alumnos vayan a ‘calentar el asiento’”, explica.
La doctora en matemáticas dice que para tener óptimos resultados con el Método Singapur, se debe reforzar el uso de tecnología en el aula. “Así se parte de la base de cuánto sabe cada estudiante, y se les aplican problemas de matemáticas para cada uno”, afirma.

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