jueves, 22 de julio de 2010

El espíritu de la juventud

 
Rodeados de montañas de desechos, los hijos de los "zabalín", los basureros de El Cairo, aprenden matemáticas gracias a los recipientes de champú que recogen de los desperdicios en un proyecto que quiere romper el ciclo de pobreza.
Miles de personas viven desde hace 60 años en la ladera de la montaña de Muqatam, en el sureste de la capital egipcia, entre la basura generada por los cairotas, un negocio que ocupa a los "zabalín" (basureros) y a toda su familia.
"Hace seis años el 65 por ciento de los menores de 20 años eran analfabetos porque ayudaban a sus padres en la recogida y separación de la basura", explica a Efe Ezzat Naeim, hijo de basureros y director de la Asociación de servicios medioambientales "El espíritu de la juventud".
Para romper "un ciclo que los condenaba a la pobreza y la marginación para el resto de sus vidas", según Naeim, la Asociación creó en los bajos de un humilde bloque de pisos una escuela de reciclaje, a la que asisten actualmente 156 menores. Las paredes del local están decoradas con dibujos y del techo cuelgan cartulinas de colores e hileras de botes de champú usados de una multinacional estadounidense, responsables del éxito de esta singular escuela.
Y es que entre sus muros los niños del barrio aprenden a leer y escribir en árabe y nociones básicas de matemáticas, a la vez que reciben un sueldo por reciclar recipientes de champú. Precisamente, los botes de plástico protagonizan los problemas matemáticos a partir del hecho de que, según Naeim, los menores "venden tres marcas de champú y cada una tiene tres tamaños con un precio diferente".
"Como recogen un bote grande por 20 piastras y le damos por él 40 piastras, les planteamos cuestiones como cuánto deberían ganar con cien recipientes del mayor tamaño", agrega el director de la ONG. Los hijos de los "zabalín" también reciben lecciones de materias como el dibujo, el teatro, la salud y un programa de reciclaje para familiarizarse con los recipientes y saber separarlos.
La primera vez que los menores asisten a clase reciben un microcrédito de 200 libras egipcias (35 dólares) para adquirir los botes recogidos por sus familiares que son comprados por la ONG. A partir de ese momento, "solo los niños que van al aula un mínimo de dieciséis lecciones a la semana tienen derecho a entregar botes de champú por valor de 150 libras", señala Naeim.
Estimulada por el éxito de la escuela, esta ONG acaba de poner en marcha un proyecto que pretende regular, subraya Naeim, "un trabajo que los zabalín han realizado durante décadas de manera informal". Se trata de crear un centenar de pequeñas empresas de recogida de basura, "registradas oficialmente, que paguen impuestos y seguridad social y que puedan acceder a las licencias otorgadas por el Gobierno", agrega Naeim. La Fundación Bill y Melinda Gates, creada por el fundador de Microsoft, aportará un millón de dólares durante los cincos años de ejecución del proyecto.
Los "zabalín" recogen aproximadamente el 95 por ciento de las 14000 toneladas diarias que se producen en El Cairo y el 80 por ciento de ese trabajo es manual. En el 2003, varias multinacionales se hicieron cargo de la recogida de basura en algunas zonas de la ciudad aunque el sistema tradicional de los "zabalín" ha sobrevivido.
Rodeados de moscas y entre contenedores de basura, pequeños y mayores continúan seleccionando y separando los residuos en los garajes o los patios, a unos metros de sus viviendas. El plan también quiere acabar con esta práctica y prevé trasladar a zonas industriales de El Cairo los desechos, que han aumentado después de que el pasado año las autoridades egipcias sacrificaran sus cerdos para luchar contra la gripe AH1N1.
Gracias a los 500 puntos de recogida que esta iniciativa planea establecer en la capital egipcia, los basureros, que son en su mayoría cristianos coptos, podrán separar la materia orgánica, destinada a la producción de compost, de la inorgánica, que será vendida a las empresas de reciclaje.
"Cada tonelada de basura genera hasta doce empleos", apunta Naeim, que subraya además que otro de los fines es "lograr que los recolectores se unan y creen un sindicato".
Naeim está convencido de que en el 2015 "el problema de El Cairo habrá desaparecido y no se verá la acumulación de basura que actualmente hay en las calles". Para cumplir con este objetivo faraónico, han lanzado una campaña que persigue sensibilizar puerta a puerta o a través de las redes sociales y los mensajes de móvil a los cairotas sobre la necesidad de separar los residuos en orgánicos e inorgánicos.

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