Diego Santochi, de 23 años, estudiante de Ingeniería en Computación en la UNT, disfruta de la física. Llegó a la facultad después de un Polimodal en "Producción de Bienes y Servicios". Le tocó en suerte un cuerpo docente entusiasta y un profesor de física dispuesto a sembrar en sus alumnos la pasión por su saber. "En realidad, tuvimos suerte, porque por la forma en que estaba planteado el Polimodal teníamos la sensación de estar perdiendo tiempo con materias súper específicas que, en definitiva, no servían para nada. Y como además todo era muy superficial, bastaba un mínimo esfuerzo para ’zafar’. ¿Te soy sincero? El último año, muchas de esas horas me las pasé estudiando para el ingreso a la facultad", contó.
En el periódico digital http://www.lagaceta.com.ar le hacen una entrevista y aquí, en el Noticiario Matemáticos, por su interés, publicamos:
- ¿Y entonces cómo nació el amor por la matemática y la física?
- Aprendí matemática muy chico, casi jugando. Desde 4º grado participé de las Olimpíadas. Y en el secundario, la sensación de que perdía el tiempo la compensaba en las horas extras. El colegio tenía capacidad de decisión sobre los contenidos y en esas horas tuvimos talleres de física y de matemáticas donde nos divertíamos muchísimo. Así, cuando el "profe" me propuso participar en olimpíadas de Física acepté entusiasmado.
- ¿Por qué a tantos chicos esas materias les dan terror? ¿Qué se puede hacer?
- La solución para que matemática y física no despierten rechazo es que los profesores sientan pasión por lo que enseñan y logren transmitirla. Y cuanto más temprano los alumnos disfruten de ellas, mejor. En ese sentido, fui afortunado: pude aprender desde chico que vale la pena poner esfuerzo y dedicación en lo que me gusta.
- ¿Qué cosas sentís que no te dio el colegio?
- Básicamente, no nos entrenaron para entender lo que aprendíamos. En el colegio, como te decía, lo que a la mayoría le importaba, y sigue siendo así, era "zafar". Y a muchos de los docentes sólo les interesa que repitieras lo que te habían dicho; bastaba con memorizar. Hubiéramos necesitado que nos enseñaran a aprender, y eso no se logra si no se entiende lo que se memoriza. El contenido memorizado así, en sí mismo, no sirve para nada.
- ¿Fue difícil el paso a la facultad?
- Lo complicado no fueron los contenidos. De alguna manera, las materias casi comienzan por el ABC. Lo que hay que asumir es que uno se transformó en adulto; que debe autorregular su trabajo y que este es mucho. Pero uno está ahí por elección personal y debe hacerse responsable de esa elección. La disciplina y la dedicación son absolutamente fundamentales, pero no sólo en Ciencias Exactas; deben serlo en cualquier ámbito académico. La diferencia, quizás, es que para nosotros la exigencia del rigor lógico y del pensamiento abstracto lleva la exigencia un poco más allá. Y si hubiéramos recibido ese entrenamiento en el colegio, si hubiéramos "aprendido a aprender", las cosas habrían sido más sencillas.
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