domingo, 3 de julio de 2011

Santos González Jiménez, catedrático de Álgebra de la Universidad de Oviedo: «La ciencia española ha dado en pocos años un salto cuantitativo y cualitativo muy notorio»


Santos González Jiménez, catedrático de Álgebra de la Universidad de Oviedo, director de la cátedra de Inteligencia Analítica Avanzada, forma parte del Comité de veintinco expertos encargado de definir los objetivos de la ciencia española para los próximos años. Para González, que es además vicepresidente de la Real Sociedad Matemática Española, la prioridad está clara: la ciencia tiene que contribuir a que las empresas se adentren en la nueva economía. Y para ello resulta imprescindible, a su juicio, establecer lazos estrechos entre la Universidad y el tejido productivo.
En el periódico digital http://www.lne.es le hacen una entrevista que por su interés aquí, en el Noticiario Matemático, publicamos:

- ¿Cuál es el cometido de ese grupo del que forma parte?
- El Comité de expertos elabora la estrategia estatal de la ciencia y la tecnología. El 2 de junio se publicó la Ley de la Ciencia en el «Boletín Oficial del Estado», aprobada por práctica unanimidad. Eso significa que gobierne quien gobierne esta ley sirve de marco consensuado y tranquiliza a los científicos. La ley prevé el desarrollo de la estrategia española de ciencia y tecnología que, según establece el propio texto, es el instrumento para alcanzar los objetivos de esta norma. Un Comité de expertos integrado por 25 personas trabajamos ahora en la elaboración de esa estrategia. Los miembros de este Comité no tienen vinculaciones políticas, hay representación de todas las comunidades y de todas las ramas del saber. El documento que elabore este Comité tendrá que someterse en el futuro al parlamento. 
- ¿En qué momento se encuentra la ciencia española? Existe mucha disparidad en los juicios.
- Hubo una Ley de la Ciencia de mediados de los años 80 y veinticinco años después nos encontramos en otro estadio del partido. Es importante destacar que la comunidad científica y tecnológica se ha ampliado de manera importantísima. Entre 2000 y 2009 ha crecido casi un cien por ciento. España en estos momentos es la novena potencia científica del mundo. En lo que concierne a las matemáticas ocupamos el cuarto puesto en el ranking de publicaciones. En estos años ha habido un salto cualitativo y cuantitativo muy notorio.
- ¿A qué cabe atribuir ese salto?
- Desde que arrancó la Ley de la Ciencia hubo un importante apoyo a la actividad científica y tecnológica, quizá no suficiente pero decisivo. Se pusieron en marcha convocatorias de proyectos e intercambios de investigadores. De destinar a ciencia el 0,5 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) se ha pasado al 1,4 por ciento. Todavía no es suficiente y la comunidad científica necesita una financiación en torno al 3 por ciento, el 2 por ciento como mínimo. La media europea está en el 2,1 por ciento. Ahora hay que dar el salto en la innovación y para eso se necesita una fuerte implicación de las empresas. Aquí las empresas destinan a innovación una quinta parte de lo que invierten en Finlandia, por ejemplo.
- Parece más fácil ampliar los fondos públicos que obtener la implicación de los privados.
- Es muy importante generar confianza y ser conscientes de la necesidad de que la empresa se implique en los desarrollos de la ciencia y la tecnología. En lo que es innovación estamos en el puesto 18 en Europa, un lugar muy retrasado, por detrás de países como Chequia o Italia. Las empresas españolas destinan a innovación el 0,7 del PIB, mientras que en Finlandia dedican a este concepto el 2,8. El objetivo sería llegar al dos por ciento del PIB, que es el porcentaje que dedica Alemania, por ejemplo. Insisto en que hemos experimentado un salto importante en la ciencia pero falta hacerlo en el ámbito de la innovación. La nueva Ley de la Ciencia, junto con el Estatuto del Profesorado, permite un funcionamiento más ágil que contribuyen a que las empresas sean competitivas y creen empleo a partir del desarrollo tecnológico. En un mundo tan competitivo como el actual, sólo con estar parado ya estás retrocediendo.


- La sociedad española vive de espaldas a la ciencia.
- Hay países como Corea que cuidan la ciencia desde la educación básica con el objetivo de potenciar su comunidad de científicos, lo que luego redunda en su capacidad para innovar o sacar adelante nuevas patentes. Hay que estrechar esos vínculos de la ciencia y la tecnología con la sociedad y la empresa. A tenor del Informe PISA no estamos mal, pero no ocupamos el lugar que nos corresponde. En matemáticas estamos algo por debajo de la media de la OCDE y Asturias se encuentra por encima de la media española.
- ¿Por qué siempre salimos mal en las comparaciones sobre formación básica? 
- En estos años ha habido quizás una cierta relajación. Me pregunto por qué Corea del Sur, por ejemplo, está arriba. Pues creo que hay que atribuirlo a que trabajan muchas horas los niños, tienen clase incluso los sábados y existe un total respeto hacia el profesor. Aquí hubo deficiencias que se intentan corregir pero las cosas no se arreglan sin esfuerzo. Un informe reciente sobre el uso tecnológico no nos deja muy allá, lo que resulta un toque de atención sobre la necesidad de que los alumnos se adapten a la sociedad digital.
- Se supone que es para lo que mejor están preparados por su familiarización con las nuevas tecnologías.
- Quizá tengan una familiarización en el ámbito de los videojuegos, pero no en aprovechamientos educativos. Eso requiere un cierto análisis. La sociedad digital impone una nueva economía. La cátedra de Inteligencia Analítica, de la que soy director, es un modelo de conexión entre Universidad y empresa. Trabajamos en modelos de esa nueva economía, basada en los datos y en la seguridad. En lo que respecta a los datos, trabajamos con Neometrics; en seguridad, con Inisa y en lo que respecta a nuevas alternativas y oportunidades de negocio, con Procoin, una constructora que busca la diversificación.
- Pero el conjunto del tejido empresarial parece muy ajeno a esa urgencia de la innovación.
- La empresa que no está innovando está muerta, en esta nueva economía el que se para pierde. Si se quiere se puede y ahora existen herramientas que garantizan intercambios fluidos y apoyos mutuos entre la Universidad y la empresa. Hay opciones de movilidad de los profesores entre la Universidad y la empresa o entre distintas universidades. Lo que se necesita es establecer prioridades porque no todo se puede hacer en todos los sitios. Ha terminado la época en que se ponía de todo en todas las universidades.
- ¿La empresa asturiana aprovecha la Universidad en todo su potencial?
- Creo que no. Corregir eso es una buena tarea para los nuevos gobernantes de la región. La Universidad necesita una buena financiación y entiendo las lamentaciones del Rector, a quien le está tocando una época dura y complicada para poner en marcha el plan de Bolonia. Esto obliga también a que la gente agudice el ingenio para conseguir financiación para sus proyectos. Cuando se habla de una nueva Universidad politécnica, considero que lo primero es financiar bien la que tenemos y evitar que cualquier proyecto futuro duplique lo que ya tenemos. Estamos en un momento acuciante. Frente a los indignados, a mí lo que me preocupan son los resignados, los que se pliegan a las circunstancias.
- Habla mucho de aprovechamiento práctico del conocimiento, pero la Universidad tiene otro cometido esencial que es la ampliación del saber.
- Todo es necesario. Hablo del papel de la Universidad en la nueva economía porque me preocupa la generación de empleo, que haya tantos jóvenes fuera del mercado de trabajo. Eso no quita que exista una investigación básica. Hay que trabajar por objetivos, que es una fórmula muy de empresa pero que debe implantarse en la Universidad. Al científico hay que darle tranquilidad y confianza siendo consciente de su papel. Una país sin una ciencia fuerte está condenado al subdesarrollo. España tiene una generación de científicos notables para jugar en la división que le corresponde.
- ¿La Universidad sobreviviría si se le aplicaran los criterios de productividad que son los que rigen en la empresa?
- No hay más remedio. Hay que clarificar los objetivos y determinar en qué consiste esa productividad, que no consiste sólo en el número de aprobados. Tenemos muchos indicadores para medir esos resultados y ya operamos con sistemas de evaluación de la vida universitaria. La Universidad no puede vivir al margen de eso bajo ningún concepto. Nos debemos a la sociedad, que es la que nos financia, y a la que hay que presentar el balance de resultados. Estamos ante un cambio de modelo radical en el que no hay que tener temor a términos como rendimiento por objetivos o productividad.
- La Universidad tiene ya un horizonte electoral para dentro de un año, ¿le tienta volver a ser candidato?
- Yo estoy vacunado a esos efectos. Concurrí en su momento a unas elecciones con Gotor como rival, que fue por quien apostó la comunidad universitaria. Gotor afrontó un momento muy difícil con la implantación del plan de Bolonia. Lo considero un hombre austero, prudente y un buen científico, como avala su trayectoria. Creo que está haciendo con los mimbres que tiene el cesto que puede. Desconozco sus intenciones respecto al futuro pero las mías están muy claras. No estoy aquí por razones de política universitaria. Me incorporé a la Universidad en 1981, me encargaron poner en marcha Matemáticas y Física y fue lo que hice. En un momento determinado tuve responsabilidades de otro tipo pero al día siguiente de las elecciones eso se acabó y volví a trabajar en la cátedra. Estamos en un momento de remar juntos y estoy centrado a pleno rendimiento en el trabajo con y desde las matemáticas.
- Las matemáticas, ¿tienen el peso que les corresponde en la formación elemental de los alumnos? 
- En la matemática está la base de la educación, es una ciencia crucial para la formación del ser humano. Tratamos de hacer que sea una disciplina con arraigo en los alumnos desde la base y romper los temores que pueda provocar. El año pasado pusimos en marcha el proyecto Maths Lab por el que han pasado 10000 estudiantes. Son talleres de creatividad en los que a los alumnos se les muestra la matemática desde perspectivas cercanas para que comprendan que detrás de todo están los números. Tratamos de que pierdan el miedo y adquieran una disciplina que les ayude a estructurar el conocimiento.
- Pero aun así siguen siendo uno de los grandes ogros educativos, ¿a qué atribuye esta circunstancia?
- La matemática no es una cienca fácil. Quizás exista, por tradición, una predisposición negativa del estudiante hacia la disciplina. Puede haber casos en los que el alumno coge miedo porque el profesor no sabe acercarle a la materia. Es una disciplina con mala fama pero los países que quieren avanzar lo primero que se preocupan es de tener a los niños muy bien formados en lenguaje y en matemáticas. La matemática enseña a razonar. Trabajamos con problemas y soluciones y una mente desarrollada en ese tipo de razonamiento dispone de una herramienta para cualquier aspecto de la vida. No se trata de formar matemáticos, sino de que la matemática sirva para formar personas.
- Estos días Asturias es escenario de distintos acontecimientos relacionados con la matemática. 
- La Real Sociedad Matemática celebra este año su centenario para el que tenemos un programa muy intenso. De él forma parte la exposición «Imaginary», que se muestra en Laboral. Además, la Sociedad Agustín de Pedrayes, con Belarmino Corte a la cabeza, organiza en Gijón las Jornadas para el Aprendizaje y la Enseñanza de las Matemáticas en las que participarán ochocientos profesores, en su mayoría de Secundaria.

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